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Jesús Javier Prado

La clave, Mariano

Apenas había empezado la segunda parte de la final de la «Europa League», con los bastos del Liverpool pintando sobre la cara de los sevillistas por cómo les había ido en los primeros cuarenta y cinco minutos, cuando el corajudo lateral derecho sevillista, Mariano Ferreira («Creo que la clave la ha tenido Mariano», decía el tuit que se envió raúdo y veloz a la finalización del encuentro desde la cuenta de Twitter del presidente del gobierno, a modo de metafórica felicitación, plena de ingenio, perspicacia, astucia y sabiduría política: un terrón de azúcar para el «community» manager monclovita, que se lo merece?) se marcó un jugadón por la banda con caño incluído que acabó en el gol de Gameiro que empataba el partido y cambiaba las tornas. A partir de ahí el Sevilla se pasó la mística, la ética y la estética del conjunto inglés por el forro y acabó con su quinta copa europea en once años.

Todo un hito para un equipo que no había ganado nada en su puñetera vida desde finales de los cuarenta, pero que con la reluciente cabeza y la mano bien visible de Monchi, técnicos competentes, jugadores comprometidos y de calidad y una afición que se lo ha creído a pies juntillas han hecho que el club andaluz sea el cuarto en discordia, capaz de acaparar focos, robar titulares y demostrar que hay vida más allá de madridistas, culés y colchoneros. Han sabido, además, crecer con sus desgracias (la muerte en el campo de Puerta) y sacar el máximo partido a sus aciertos (el himno de «El Arrebato» con el que atemorizan a sus rivales en el Pizjuán es lo más parecido que tenemos en España al «You,ll never walk alone» que se canta todos los domingos en Anfield).

Una excelente gestión deportiva repetida a lo largo de los años (con muchísima diferencia, el Sevilla es el club que mejor compra y mejor vende jugadores, pero también trabaja muy bien la cantera) les ha puesto con todo merecimiento donde están, dejando en el baúl de los recuerdos la etiqueta de equipo de «señoritos» y de la casta sevillana que siempre le colgaban los béticos, beneficiados siempre por las simpatías populares allá por donde fueran. Y mención especial a Unai Émery, entrenador preparado e intenso donde los haya, que lleva ya tres trofeos seguidos, y que le ha ganado la partida al mediático Klopp, idolatrado por los aficionados «reds» tras llevarles a una final que pensaban que caería como fruta madura por el simple peso de la historia.

El Sevilla, en fin, cuadra otra temporada excelente: se aseguró la participación el año que viene en Europa con su puesto en la liga, lleva ya dieciséis finales jugadas en los últimos diez años y en Septiembre se verán las caras con el ganador de la Champions. Y mañana, a por el Barca-Sevilla en el Calderón. A ver quién gana la Copa. Y a ver qué tuitea el «community» de Moncloa: ahí le quiero ver, ahí?

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