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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Convidados de piedra

Me asombra ver la pasividad con la que las localidades castellano-parlantes de la provincia de Alicante están asistiendo a la cuenta atrás de la reapertura de la televisión pública valenciana con emisiones 100% en valenciano. Me asombra que los alcaldes y concejales de ciudades como Elda y Villena, Torrevieja y Orihuela, Callosa de Segura y Almoradí, pero también Elche y Alicante, no hayan dicho esta boca mía en este asunto. Me asombra que callen. Que otorguen. Porque, por donde se mire, el disparate es histórico. Y atenta al sentido común, como se sabe el menos común de los sentidos. Si lo que se pretende es vertebrar y comunicar, nada es tan contraproducente como tropezar de nuevo en la misma piedra.

Quienes, procedentes de otras tierras, e incluso con raíces de otros países, se han instalado en las últimas décadas por millares, ven los toros desde la barrera. Donde fueres, haz lo que vieres. Dan por bueno que el valenciano es la lengua oficial, y ni entran ni salen en el asunto. Pero quienes somos alicantinos desde que la provincia es provincia, desde 1836, con tatarabuelos por parte de padre y madre oriundos, tenemos derecho a discrepar. O cuanto menos a opinar.

Según las últimas cifras del INE, la provincia de Alicante cuenta con cerca de dos millones de habitantes. La inmensa mayoría, castellano-hablantes. Sin embargo, la lengua vehicular del nuevo canal público será el valenciano. Al 100%. Así les sucedía a profesionales como Paco Nadal o Julio Tormo, por citar a dos de los más populares, en la anterior andadura de la RTVV. Por más que las circunstancias aconsejaran cambiar de registro (en una retransmisión, en una entrevista, delante de un concursante castellano-parlante) jamás cambiaron de registro. Se lo prohibía su «religión». Ahora los podemos ver a diario en la privada Mediterráneo TV pasando del valenciano al castellano cuando la situación así lo requiere. Usando el sentido común. Y como consecuencia de ello, logrando audiencia. Conectando con los espectadores.

Porque, y ahí es a donde vamos a parar, esta nueva televisión pública en valenciano nace con el mayor de los pecados originales: estar condenada a la más absoluta invisibilidad en buena parte del territorio al que se dirige. En el sur y el oeste. En dos de sus cuatro puntos cardinales. Luego vendrán otros. La ideologización, todo eso que los grupos políticos miran con lupa. Pero mientras se entretienen en esos detalles, lo importante se les estará escapando crudo. Un medio de comunicación que no comunique, que no sea relevante, sirve de bien poco.

Si la fiesta fuera gratis total, habría que llorar con un ojo. Yo me quejaría igual, pero comprendería que los alcaldes de Bigastro, Sax, Aspe y Monforte, que concejales, asociaciones, entidades festeras y colectivos de todo tipo, integrantes del millón y medio de alicantinos castellano-parlantes, condescendieran y callaran. Sí, también los de Ciudad de Asís y La Florida, los de Los Ángeles y Juan XXIII. Pero lo que no acierto a comprender es que teniendo en cuenta la millonada que va a costar volver a abrir las puertas de Burjassot el silencio y la complicidad sean tan clamorosas. También en las fuerzas progresistas, desde Antonio Montiel hacia abajo. Nada tenemos en contra del valenciano. Todo lo contrario. Pero nunca desde la imposición. Imposición que conduce al rechazo o la indiferencia.

Yo no pido nada para mí. Pero tengo la suerte de conocer a los alumnos de las siete primeras promociones de periodistas salidos del primer campus alicantino que acogió esta carrera. Esa que tanto anhelé en mi adolescencia. Y aunque solamente sea por ellos, no debo callar. Empezando por Miguel Ángel Rives, de Callosa de Segura, el primero por el que aposté. Creo que también tendría el derecho, si lo desea, de informar a los vecinos de su comarca a través de la radio o la televisión públicas. Dirigiéndose a ellos en su lengua materna. Para que se le entienda bien. Para que los espectadores se sientan concernidos. Lo demás sería, y será, un completo disparate. Sinónimo de audiencia por los suelos. De dinero dilapidado.

En su día planteé que lo más sensato sería adoptar el modelo EiTB, con un canal en castellano y otro en euskera. Una fórmula que ha dado excelentes resultados. Pero nada de eso sugiere el borrador del proyecto. La cuenta atrás ha comenzado. En seis meses volverá a haber señal. Estaría bien que los municipios alicantinos implicados dejasen de ser convidados de piedra en una fiesta que van a pagar a escote. Aunque coman y beban poco o nada.

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