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Antonio Sempere

Dando la nota

Te levantas el domingo con toda la ilusión del mundo para darte un chute de buena música festera, y vuelves a casa con la cabeza gacha. Menuda decepción. Sucedió el pasado día 15 de mayo, en el concierto conmemorativo del 30 aniversario de la Foguera Port d´Alacant. En Las Cigarreras. Abonamos con una sonrisa entre los labios los 5 euros solidarios a la entrada de la Caja de la Música y nos sentamos expectantes. En el programa figuraban diez pasodobles festeros dedicados a personas relevantes de dicha hoguera. Pero la primera, en la frente. Abrió el concierto Beatriz Botella, o lo que es lo mismo, Luis Molina en estado de gracia (la mayor parte de las piezas eran suyas). Pero lo que se escuchaba aquella mañana distaba mucho de aquellas otras melodías, armónicas y acompasadas, a las que podemos regresar una y otra vez en el CD que grabó nuestra Banda Sinfónica Municipal, en el mismo lugar, el 22 de marzo de 2015.

En esta ocasión, expondremos el pecado pero no el pecador, se nos presentó una banda de niños a los que faltaba mucha experiencia para controlar la partitura que tenían entre manos. Y es que la música festera de la excelencia (que la hay, cohabitando con otra de garrafón) no es música de niños. Es música de músicos, sean cuales sean sus edades. La banda no estuvo a la altura de las circunstancias. Errática, sin empaste, y con despistes continuos en los metales e incluso en la caja que marca el ritmo, pecado mortal en unos pasodobles precisos y contundentes, el programa se les vino grande, pero muy grande. La primera parte concluyó con la pieza dedicada a Toñi Martín-Zarco, una mujer luchadora por la fiesta como pocas, que se merece, como acto de desagravio, otro concierto en donde su composición se escuche como fue concebida por su autor. No puedo hablar de la segunda parte porque salí espantado, a la manera en que Carlos Boyero se abre, según sus palabras, cada vez que una película en Cannes le sale rana.

La música festera emociona, genera sentimientos que no se pueden expresar con palabras. Y es cultura, claro que sí. Pero hay que cuidarla. Hay que dignificarla. O puede convertirse en broma de mal gusto. La Entrada de Bandas, acto central dedicado a los músicos en el programa de las fiestas de Hogueras, de la que he sido jurado en numerosas ocasiones, adolece de numerosas carencias de las que no viene al caso hablar aquí. Pero conciertos como el del 15 de mayo explican muchas cosas a propósito de la ligereza con la que algunos (mal)tratan este arte. Me gustaría saber qué sintieron doctos foguerers como José Manuel Lledó y Josep Amand Tomás, presentes en el desaguisado.

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