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Javier Cuervo

Reporteros de guerra

La liberación de los tres corresponsales de guerra españoles secuestrados en Siria desde hace diez meses recuerda los peligros de la guerra y los del reporterismo de guerra e ilumina sobre el deterioro del oficio y las condiciones laborales en las que se practica. Esos reporteros son unos autónomos que se juegan el tipo para contar lo que pasa a precio de mierda.

El periodismo es un oficio que ofrece muy variadas tareas para capacidades y temperamentos muy distintos pero es convención que el trabajo más genuino es el del reportero y que el reportero de guerra es una tribu diferente dentro del periodismo. Hace 120 años, los editores del periodismo que empezaba a ser de masas estaban orgullosos de mandar reporteros al frente para contar la guerra a sus lectores. Ahora, los editores ya no sienten ese orgullo de su trabajo o consideran que las guerras importan tan poco que no quieren pagar la información sobre ellas. Se repite que importan menos las tristezas y los medios de comunicación, que no pueden ser alegres, se conforman con ser frívolos. Antes de la crisis, las revistas satinadas colocaban, junto a la lustrosa publicidad de zapatos caros, reportajes gráficos de personas descalzas por distintas injusticias en cualquier parte del mundo. Parecía que con esa mezcla de miseria y glamur el periodismo lavaba su conciencia con agua de colonia pero también cabía ver como una poética compensación que las multinacionales de cosmética pagaran la información sobre los pobres. Ahora las multinacionales pagan los anuncios de cosmética y a su lado el periodismo ofrece consejos sobre hidratación de la piel y escribe sobre emociones banales que evitan la oxidación de la idiotez. Cabe preguntarse si la sociedad es más frívola y desinteresada porque el periodismo es más frívolo y desinteresado y cabe también preguntarse, mucho menos, si es al revés.

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