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Antonio Sempere

Todo corazón

Recuerdo aquella tarde en el Aula de Cultura de la CAM como si fuera anteayer. Ángel de Andrés López protagonizaba el Aquí no paga nadie de Darío Fo dirigido por José Carlos Plaza. Debe de hacer de esto 33 años (hablo de memoria) por lo que yo debía tener 20. Como para olvidarlo. Qué tiempos aquellos, viviendo como una esponja, absorbiéndolo todo, y con toda la vida por delante. Desde aquella función nunca perdí la pista a Ángel de Andrés López, que siempre resultó un tipo entrañable, cercano, de corazón grande en cualquiera de sus composiciones.

Lo que no quita para que no soportase completo ni uno sólo de los capítulos de Manos a la obra por los que se hizo tan popular. A la hora del óbito, algunos han comparado su papel en esta serie con el que años más tarde encarnó en Pelotas. Craso error. Puede que el perfil del personaje fuese el mismo. Pero comparar la ficción de Vicente Escrivá con la escrita y dirigida por José Corbacho y Juan Cruz ofende.

Pelotas configura, junto a Mujeres de Félix Sabroso y Dunia Ayaso, el mejor fresco popular de cuantos ha parido la ficción patria del siglo XXI. La autenticidad de sus personajes, del primero al último.

Puede que en el fondo a Ángel de Andrés le tocase hacer el mismo personaje en Manos a la obra que en Pelotas. Pero mientras el clima impreso por los autores de la serie de La 1 sabía calar hondo, y hasta pellizcaba, el de la serie de Antena 3 provocaba directamente grima.

Siempre pensé que Ángel de Andrés López estuvo infravalorado. Se le escamotearon premios y reconocimientos oficiales. Pero también, y esto es una carencia muy extendida en nuestra televisión, entrevistas y tertulias en donde quedaran glosadas su trayectoria y su talento. Como le ocurre a tantos imprescindibles.

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