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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Universitarios alicantinos

Trato de encontrar una explicación a la ausencia continua de universitarios en las actividades culturales de la agenda alicantina. No se les ve en los ciclos de la Cinemateca de la CAM, en buena medida dirigida a ellos. No aparecen en las numerosas actividades que organiza la propia Universidad de Alicante en sus sedes del centro de la ciudad, ni el Parque de Canalejas ni en la calle San Fernando. No hacen acto de presencia, ni por equivocación, en las jugosas veladas que convoca el Instituto Gil Albert (el viernes pasado mantuve una animada charla pública con Manuel Gutiérrez y creo que el más joven de los asistentes al Auditorio era yo).

Claro que se trata de un mal extendido a cualquier ciudad. Los más jóvenes consumen cultura a la carta, directamente desde sus tablets, eligiendo lo que les interesa. Pero sí cabría matizar cómo, en relación a su población, Alicante es de las ciudades donde la afluencia de público universitario a todo lo que tenga que ver con la cultura es más escasa.

Acaban de celebrarse las elecciones a rector de la UA, y compruebo que tenían derecho a voto 29.595 electores, de los cuales la inmensa mayoría eran alumnos. ¿Dónde está ese elevado número de personas cuando se trata de acudir de un modo voluntario, sin obligatoriedad, por gusto, a una sala de cine, de teatro, a un concierto, a una mesa redonda, a una conferencia, sin créditos de por medio? ¿Y dónde sus profesores? En este sentido, he de reconocer que cuando paso lista, los de Primaria y Secundaria parecen más motivados.

La mayoría de los alumnos de la Universidad de Alicante no residen en la capital. Llama la atención, o por lo menos a mí me asombra, que el campus se haya convertido desde hace un par de décadas en una sucursal de la estación de autobuses. Los estudiantes, que no se asocian para nutrirse de cultura, sí practican un tipo de asociacionismo «viajero». La Asociación de Estudiantes de la Montaña (AEUM) organiza los traslados del campus a Ibi, Onil y Castalla. Otra Cooperativa de Estudiantes hace lo propio con los de Crevillente. También hay asociaciones de estudiantes ilicitanos, villenenses o sajeños. La ASSOVEU no es otra cosa que la asociación de estudiantes de La Vila, del mismo modo que la ADEA es la de los de Altea. Hay trayectos con origen y destino en Torrevieja, Almoradí, Alcoy, Albatera y así hasta una treintena de ciudades.

De este modo, la mayor parte de la comunidad universitaria concluye sus estudios sin haber morado en la ciudad de Alicante. Sin haber catado ni una pizca de su menú cultural. Después, asociarán su periodo universitario con las paellas.

Por cierto, de los 29.595 electores solamente emitieron su voto 2.043, de los cuales 1.345 optaron por la única candidatura de Palomar, con 583 en blanco y 125 nulos. ¿No parecen muy pocos votos para decidir que la lengua institucional de una Universidad tan gigante continúe siendo el valenciano durante varios años más, pese a no ser la de la mayoría de alumnos, profesores ni personal administrativo? Al final, queda el poso de la indiferencia. A la hora de votar o a la hora de acudir a un acto cultural. Que lo hagan otros. No va conmigo.

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