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Francisco José Benito

¿Robin Hood o el sheriff de Nottingham?

Nuevo marrón para Francesc Colomer. Cuando todo parecía encauzado tras la polémica abierta en Fitur por la tasa turística e, incluso, con el famoso decreto controlador de la política turística de la Diputación, aprobado pero en semibarbecho, las huestes económicas del Consell, el conseller Vicent Soler y la secretaria autonómica Clara Ferrando, vuelven a liarla con el anuncio, cada día más en serio, de que en los presupuestos de 2017 se estudia establecer una partida para recaudar 30 millones de euros del bolsillo de los turistas vía tasa a los hoteleros. La iniciativa no es nueva y cuenta con el apoyo de la vicepresidenta Mónica Oltra, que se encontró con una Generalitat en bancarrota tras los excesos populares y necesita sacar euros de debajo de las piedras, pero vuelve a ser inoportuna e, incluso, injusta para el sector que mejor ha aguantado la crisis, que supone el 13% del PIB y que sólo en la provincia de Alicante mantiene 300.000 empleos directos todo el año. Los empresarios están con la mosca tras la oreja prácticamente desde que el Consell lo insinuó a finales de 2015. Hasta ahora, en público siempre se ha negado pero el tema le ha cogido a contrapié al propio jefe del Consell, Ximo Puig, que en este asunto ha ido de charco en charco desde que arrancó la legislatura. Tuvo su punto álgido la noche previa a Fitur, cuando en una minicumbre con hoteleros de toda España y con la presencia, entre otros, del presidente del gobierno de Canarias, fue el único cargo público que se puso de perfil cuando todo el mundo cargó contra la tasa. Y en la feria tampoco aclaró su postura. Sólo el carácter dialogante de Francesc Colomer, secretario autonómico de Turismo y, al parecer, el único que en el Consell está en contra del impuesto, ha frenado una revuelta de los hoteleros, que en este tema están dispuestos a plantarse. No se si será por emular a Cataluña -parece que es la autonomía de referencia para los actuales mandatarios del Palau- y hacer así país, pero hablar de tasas turísticas, sobre todo en la Costa Blanca, es mentar a la bicha y, además, resulta ahora inoportuno ni si quiera plantearlo en un sector que lleva con los precios congelados desde la explosión de la burbuja inmobiliaria, haciendo equilibrios casi imposibles para mantener empleo y calidad, y que tira del carro de la economía de la Comunidad Valenciana. Ni Alicante o Benidorm son Barcelona, París o Milán -la tasa funciona porque también el modelo hotelero es otro- ni la Costa Blanca está para muchos experimentos cuando contempla que la mejor ocupación de la historia no está acompañada por un aumento del nivel de gasto de los visitantes. Que un hotel esté lleno es bueno, por supuesto, pero no necesariamente implica, salvo excepciones, que los euros broten de debajo de los platos del bufé. Colomer lo sabe porque desde que cogió el mando de la Agencia Valenciana de Turismo ha pisado los hoteles. En Hacienda, sin embargo, van a la suya. Y luego se quejan del ministro Cristóbal Montoro, que en este caso parece su referencia. Contaba hace años un empresario que cuando llegaba un inspector de Hacienda a su hotel trataba de recibirle en el despacho más cutre del establecimiento. Igual hay que volver a estas estrategias ante los nuevos recaudadores del Reino.

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