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J. A. Aguirre, el teórico de la transición

El 19 de marzo fallecía Juan Antonio Aguirre (Madrid 1945-2016), artista, crítico, teórico, comisario y conservador de museos, uno de los personajes más importantes en la transición del arte en España entre los años 70 y 80, cuando la continuidad en la abstracción era el discurso plástico dominante, y la apuesta por otra mirada tenían muy complicado concretarse. En un momento tan falto de estructuras, tanto materiales como conceptuales en la gestión artística de 1967, supo impulsar, junto con un grupo de artistas, la llamada Figuración Madrileña, convirtiéndola en la referencia de la pintura española contemporánea. Solamente un artista pudo haber hecho esto. Este homenaje a Aguirre es un homenaje a los artistas españoles que tan poca voz tienen en nuestro país, siendo voces fundamentales.

Artistas como Luis Gordillo, Alexanco, Barbadillo, Teixidor, Yturralde, Elena Asins y él mismo salieron con la denominación de Nueva Generación. En el 80, Aguirre promovió y comisario Madrid DF (Madrid Distrito Federal), una exposición fundamental en el ámbito artístico español para entender el cambio generacional y la presencia internacional de autores como Campano, Barceló, Pérez Villalta, Carlos Franco, Chema Cobo, Soledad Sevilla, Mitsuo Miura, Carlos Alcolea?

J. A. Aguirre fue un pintor que supo leer el agotamiento del informalismo, e impulsar desde su propia visión y conocimiento otra revolución, una nueva visión de la pintura figurativa, que en Europa, en Alemania e Italia, ya estaba ocurriendo. Fue capaz de percibir las necesidades de una nueva generación de artistas españoles, provocando el movimiento de las estructuras del arte que parecía anquilosado en la visión de la abstracción informalista. Fue capaz de aglutinar a artistas dispersos en el panorama nacional, que buscaban nuevas fórmulas con el empleo del gran formato y la asimilación de los discursos más heterogéneos. En la Galería Amadís, primero como artista, después como su director, atrajo a los pintores que no fueron entendidos hasta que él los mostró a críticos, galeristas, directores de museos.

Después permaneció en silencio, dedicado solo a su pintura. Como siempre, este país olvida con demasiada facilidad a las personas que han hecho un gran trabajo. Ante su fallecimiento, no solo echamos de menos mayor información sobre su trayectoria, sino las estructuras para facilitar la intervención de los artistas en la gestión del arte. Asistimos con estupor a ferias como ARCO o a las programaciones de nuestros centros de arte, donde los artistas no pintan nada. Pero, así somos, despreciamos la fuente del conocimiento, demasiada competencia para compatibilizarla con la visión que tienen nuestros políticos de la cultura.

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