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Antonio Sempere

Esquiando

Esquiando que es gerundio. Curiosa sensibilidad la mía. Pero aunque parezca que salgo por la tangente, esa es la idea que me ronda por la cabeza desde que se destapó el caso Nerea Belmonte. «Andorra, Andorra, Andorra...». Una palabra marcada a fuego en esta ciudad desde que las fotos de infausto recuerdo dieron la vuelta al mundo en las redes sociales, asociadas a un pijama y una fiesta de fin de año.

Por supuesto que Belmonte podía hacer de su capa un sayo, e irse de vacaciones a donde le viniese en gana. Pero a uno, en su ingenuidad, le daría ilusión que una edil de Podemos, una edil de Acción Social, o lo que es lo mismo, una edil doblemente comprometida, hubiese invertido sus días de descanso en otro tipo de turismo. El cultural, por ejemplo. Cómo me habría alegrado encontrarme con los selfies de la concejal visitando el Museo Thyssen, la última exposición en el Prado o, por qué no, la reciente Feria de Arte Contemporáneo en Ifema. Da la impresión de que para ver a un munícipe en ese recinto ferial tiene que celebrarse Fitur. No hay más allá.

Ni me las doy de elitista ni pretendo señalar con el dedo a nadie. Pero cómo me habría alegrado ver un selfie de una Nerea Belmonte, como de cualquier otro concejal de la Corporación, a las puertas del Teatro Español, visitando en el camerino de las Naves de Matadero a José Sacristán, derrochando felicidad en una representación del Teatro Real. ¿Pero es que no sienten la necesidad y la pulsión de alimentarse espiritualmente con estos manjares? ¿A esquiar en Andorra, hasta ahí llegamos? Reconozcámoslo, tenemos el listón muy bajo. Y tampoco andamos sobrados de imagen.

Pero, insisto, no se trata de pose ni de postureo. Todo lo contrario. Hasta donde alcanzo, no sé de ningún alcalde alicantino que haya presumido de invertir su tiempo libre en empaparse de actividad cultural. Pero si ni se les ha visto en los teatros de su ciudad, disfrutando anónimamente, como unos más. Ni en un buen concierto de Bach. Dirán que soy muy susceptible. Pero me apena notablemente. Ahora que los medios muestran las encuestas de Metroscopia de las 5 provincias más pobladas, entre las que aparece, cómo no, Alicante, me apena que los munícipes de su capital, durante tanto tiempo, no hayan dado la talla. Eso por no hablar de los que ni siquiera han tenido el decoro de quedarse. Leo que Pajín volvió de Latinoamérica y se ha instalado en Barcelona, parece que con muy pocos problemas laborales. ¿Ella era la política alicantina más relevante, la que más arriba subió? ¿O ese era Solbes? Alicante, qué nivelazo.

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