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El combate de los jefes

Ya ha sido casualidad que en cuatro días hayan desaparecido dos personas tan similares: José Luis Córcoles Bordera y Rafael Insa Satorre. Salidos del mundo de los salesianos, vinculados con el teatro -aunque de distinta manera- empresarios textiles, promotores de Textilhogar, devotos acérrimos de sus familias y entusiastas de las Fiestas de Moros y Cristianos. De hecho, ambos fueron primer tro de la Llana, en el primer caso, y de los Berberiscos, en el segundo, y capitanes, en 2000 el segundo y en 1984, el primero. Capitanías de tronío, con dos filaes con honda trayectoria.

Hasta donde yo se, se respetaban mutuamente e imagino que tendrían sus cuitas, como le pasa a todo el mundo, más en este caso coincidiendo en negocios y diversos ambientes. Sin embargo, no deja de ser curioso que casi simultáneamente nos hayan abandonado los dos personajes festeros que fueron los «generales» del conflicto de la «Roda», que levantó ampollas en la ciudad en la época en que Felipe González asumía la presidencia del Gobierno.

En aquellos tiempos, las Entradas de Moros y Cristianos se configuraban por orden de formación, de manera que detrás de los capitanes la estructura era la misma, empezando por la Llana, en el caso del bando moro, y acabando con los Benimerines, que habían tenido su estreno en 1980. Las filaes de la «cola» protagonizaron un cierto debate, que lideró Insa, como primer tro de los Berberiscos, para que se implantara un turno rotatorio; esto es, la famosa «Roda».

La medida contó con su contrarréplica, en forma de defensa de la estructura tradicional, primando la antigüedad en la formación, que lideró Córcoles, como primer tro de la Llana. Aquello marcó un hito porque supuso una polémica intensa que abarcó toda la ciudad y que el entonces presidente Enrique Luis Sanus trató de conducir como pudo. Al final, como mil y una veces me contó Córcoles, Insa tuvo la «habilidad» de llevarse el gato al agua: ganó la votación en la asamblea.

De esta forma, nacía la «Roda», que se implantaba inmediatamente, conllevando que el orden en las Entradas vaya variando, de manera que cada año se baja un puesto en la formación, hasta alcanzar la Alferecía y al siguiente, volver a la cúspide con la Capitanía.

Curiosamente, en la misma fecha se aprobó el cambio de itinerario para las Entradas de Moros y Cristianos, de manera que dejasen de lado Sant Nicolauet y arrancasen en El Camí, una medida que facilitaría el aumento de las sillas disponibles y otorgaría un teórico mayor ambiente. La Asociación, sin embargo, acabó suspendiendo su aplicación... hasta hoy, que parece poco probable que este limbo legal pueda variar.

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