Lo llaman micromachismos, pero el prefijo se me antoja que se queda pequeño y parece restarle importancia a la cosa. Y no puede ser, que al fin y al cabo muchos micros hacen un macro.

Ocurre, también, que lees machismo y automáticamente se visualiza a la mujer como víctima. Que lo es, qué duda cabe, pero no solo ella.

Me explico. Como padre de mellizos -chico y chica- que soy hace poco más de un año, me he encontrado ya con varias situaciones ofensivas hacia mi condición de progenitor masculino.

Por ejemplo, que cuando vamos mi mujer y yo a LA pediatra -o vamos mi suegra y yo porque ese día de la cita médica mi mujer trabajadora no puede- invariablemente la doctora se dirija siempre a una de las dos para las pertinentes preguntas o indicaciones, como si yo fuera ciego, sordo y mudo, o un mero transportador de bebés.

Por ejemplo, que cuando voy sin mi pareja con el carro doble paseando por Maisonnave, más de una adorable señora me pare y, tras los elogios a mis bebés, que siempre se agradecen, acabe cagándola al soltar eso de "además, mira qué guapos los ha vestido su madre". Solamente por ver la cara que se les queda, en más de una ocasión he replicado: "Mi marido, señora, ha sido mi marido el que los ha vestido".

Por ejemplo, cuando tengo que quitarle la caca o el pis a uno de mis hijos en algún centro comercial y me veo obligado a entrar en los aseos de mujeres porque los cambiadores infantiles solamente están ahí. Que hay algunas usuarias del baño a las que, aun estando yo de espaldas y en plena faena, les ha faltado llamar a la policía por ver a un hombre en sus dominios.

Por ejemplo, cuando llevo a los peques a LA fisioterapeuta y, tras concluir la sesión, aún tengo que escuchar "mira qué bien que se le da al papi vestirles" (a la mami nunca se lo ha dicho), como si fuera algo extraordinario, toda una proeza para un hombre.

Por suerte y hasta la fecha, en mi empresa jamás me han preguntado eso de "¿y tienes que llevarlos tú al médico, no puede ir tu mujer?", como me consta que sí sucede en otras.

Espero, confiado, que cuando llegue el momento de llevarlos a la guardería y al cole, no se nos pida (solo) el teléfono de la madre como contacto, como sé que ocurre a menudo.

Son sólo algunos casos cotidianos que demuestran hasta qué punto el poso machista resiste aún en el interior de muchas mujeres, por más que decirlo resulte impopular, sobre todo en un día como hoy. Pero creo que empieza a ser el momento de derribar muros y cambiar ideas arcaicas en los hombres, pero también en las mujeres.