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Francisco Esquivel

El que ampara los incendios

Cuando se refieren a él, buena parte de los simpatizantes del pepé no lo pueden disimular: Pablo Iglesias les cae de fábula. Mejor que Willy Toledo posiblemente. Y, lo que sí es significativo, tampoco ocultan cierto hastío, una porción de vergüenza y la fatiguita que les provoca esos chanchullos que han perforado la moral de la plebe. Aunque con la de escándalos que llevamos, la perforación se antoja blanda.

Dos escenarios con sesiones paralelas nos han llenado la vista. Uno en Palma, el otro en la carrera de San Jerónimo. Y las consecuencias son de lo más divergente. Para el cuñado y yerno de reyes, la sentencia está echada. En adelante no podrá salir a la calle, salvo en Ginebra y si anda deprisita, curiosamente el mismo país en el que anida el factor Bárcenas para los restos. Y sin embargo el máximo responsable de la organización, en la que los tesoreros han sido contables al estilo Rus y en la que una pléyade de figuras a los que el ungido por Aznar se comprometió a emular andan en la trena o camino de ella, no solo sale a la calle tan campante sino que amenaza con la renovación de su contrato al frente del combinado nacional. Cuando los creyentes de la formación suspiran porque Soraya, Feijóo, alguno de los novísimos -sin contar a Arenas, que ahí seguirá- o el sursum corda giren el rumbo para que se transforme la atmósfera reinante tan irrespirable ella, el ínclito pregona que es un activo a mucha honra y que, de aquí hasta que el nudo traiga el desenlace, será un moscón que revolotee sobre el resto de moscardones del espectro viviente. Ha anunciado que estará al acecho y que incluso no piensa ni dejar a Sánchez a su aire. Los suyos, en cambio, sí que parecen dispuestos a continuar en primer tiempo de saludo, saludando con aspavientos su socarronería desde el escaño y perpertuando de ese modo la presencia de quien por ignorancia o por todo lo contrario ha contribuido a atizar los incendios que nos rodean y a que las especies autóctonas estén buenas. De acuerdo, vale que su cohorte no intervenga. ¿Pero y el Seprona?

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