WhatsApp planea guardar por defecto todas nuestras ubicaciones. Es un paso más de la aplicación de mensajería instantánea que parece empeñada en terminar con nuestra privacidad, qué manía. Primero fue la hora de la última conexión, ese dato tan preciso que te dejaba en mal lugar cuando no querías contestar un mensaje y que permitía a la persona que te lo había enviado saber que lo habías leído y pasabas de responder. O cuando estás hablando con alguien en el sofá a las tantas de la madrugada y nuestra pareja desde el dormitorio nos ve ´en línea´ constantemente. Para que no quedaran dudas sobre si has leído o no un mensaje, WhatsApp puso en marcha el doble clic azul, una vez lo lees ya no hay excusas.

Lo último es la localización, que digo yo, ¿para qué quiero saber dónde están mis contactos? A costa de terminar con lo poco que queda de intimidad, WhatsApp va encaminado a convertirse en un servidor de datos sobre nuestras preferencias de consumo y los lugares que frecuentamos, puro marketing. Y lo peor es que lo que van a conseguir al final es dar mucho trabajo a psicólogos y abogados cuando matrimonios y parejas empiecen a romperse. Porque todos tenemos un lado cotilla. Ya imagino la conversación.

- Cari, ¿por dónde paras?

- Uff, en el trabajo, muy liado

- En el trabajo, ¿seguro? Al llegar a casa tenemos que hablar

Adiós a la privacidad, a la libertad y a esas mentiras piadosas tan necesarias. Lo bueno es que si la pareja se va a por tabaco podremos saber si esperarle para la cena o empezar sola. En fin, yo, por si acaso, prefiero quedarme con la duda.