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Antonio Sempere

Talentos perdidos

Qué duda cabe que en nuestra televisión siguen existiendo genios, como en los tiempos del Paseo de la Habana o de Prado del Rey, sólo que, como aquéllos, también hacen pasillos. Es decir, deambulan mientras llega (o no) un puesto acorde con sus características. Uno de ellos es Santiago Tabernero, que después de habernos regalado la pieza de orfebrería más hermosa de cuantas hemos visto en el último par de años en la televisión (la Antología desordenada de Serrat del 24 de diciembre de 2014 por la que la santa casa de RTVE todavía tuvo que recibir críticas airadas de intransigentes de otro siglo que se quejaron de la inclusión de temas en catalán) ha encontrado en Días de cine (un programa que él mismo fundó hace 25 años) un acomodo en donde pergeñar piezas con idéntico primor a las que confeccionaba aquel primer día, como la dedicada a El renacido, de Alejandro G. Iñárritu. Sólo que más sabio.

No es una novedad que alguien de la talla de Tabernero, inventor de Carta blanca, el mejor formato televisivo de los últimos años del siglo XX, o impulsor de Torres y Reyes, Alaska y Coronas y Alaska y Segura, se vea obligado a hacer pasillos. Las grandes corporaciones son así. Pero resulta realmente desalentador que en unos tiempos en los que TVE se encuentra tan perdida, donde tanta falta hacen talentos como el de Santiago Tabernero para posicionar productos de altísima calidad en lugares visibles, se opte por ningunearlos, apartarlos o usarlos como florero.

La 2 está perdida. Salvo por la presencia permanente del cine español tras la compra desmesurada de lotes a empresarios amigos de los que tienen mando en la plaza, la parrilla adolece de una programación consolidada. Y La 1 otro tanto. No se estrenan formatos. No hay programas. No hay ideas. Nunca como ahora necesitamos tanto un Santiago Tabenero en activo.

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