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Españolito

No ha de negarme el albo o moreno (y mayormente improbable) lector que este país es la mar de divertido. Yo no sé qué habrá pasado con la indignación de ustedes pero la mía le ha dejado paso a una suerte de risa floja que amenaza con relajarme de tal modo las espitas del cuerpo, que algún día me lo haré todo por la calle, como las caballerías. ¡Gensanta!

Como ya vengo diciendo en esta misma tribuna, la historia es cíclica y estamos condenados a repetirla. En España, en concreto, estamos resucitando con escrupulosa exactitud el mito de las dos Españas que cantara Machado, un chico andaluz que espantaba las moscas del tedio en un colegio de Soria. «Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón» advertía. Hacía mucho tiempo que la izquierda y la derecha no se enterraban hasta las corvas y se liaban a garrotazos con tanto denuedo, con tanta saña. La diferencia es que cuando arrea estopa la izquierda, la de nuevo cuño, salta porquería a cascoporro y cuando suelta el mamporro la derecha, saltan greñas, títeres y señoras con el culo al aire.

Resucitan las dos Españas y la picaresca del siglo XV, lo que pasa es que ahora los sacamantecas, los Guzmán de Alfarache, los buscones, los tahúres y demás mozos de germanía, ocupan altos cargos o gobiernan directamente el país. Y hay que ver lo que aguantan. Yo creo que la capacidad de aguante para mantenerse erguidos sobre la mierda sin hundirse, es directamente proporcional a nuestra condescendencia, o a que le hemos cogido el puntito a la sodomía en serie.

Cabría sospechar que la penúltima dimisión de Aguirre (la cólera de Dios), sus dos ranas, el sindiós valenciano, el registro policial en la sede del clan de los genoveses, la imputación de todo el partido por destrucción de pruebas, el aforamiento de santa Rita (esa bomba) sería más que suficiente para que, avergonzados y compungidos, abandonaran el panorama político, el país, la galaxia. Pero a fe mía que aguantan, con más presencia de ánimo que Luis el Cabrón, que ya es decir, con asombroso gesto de dignidad y aún de indisimulado orgullo. A Mariano, a medida que va salpicándole el chapapote, se le va poniendo «el parar» más arrogante y displicente. Mariano, las pocas veces que asoma el hocico, va poniendo más cara de rape, con las comisuras labiales hacia abajo y los párpados/ persiana a lo Salman Rushdie. Dignidad obliga y la arrogancia y la prepotencia le llegan hasta para despreciar la mano de Pedro Sánchez cuyo semblante aún no ha sido envilecido ni encanallado por el poder, esa entelequia.

No me dirán que el panorama no es campo abonado para humoristas gráficos, ocurrentes de taberna y chistosos de salón. Si es que se lo ponen a huevo.

Por otro lado también es digno de reseña el hecho de que llevamos unos meses sin gobierno ¿Han reparado en que en este tiempo de anarquía la cosa no ha ido ni a mejor ni a peor, que la cosa está así como al pairo y que la falta de gobernanza no se nota en absoluto? Pues eso.

Vivimos tiempos de resurrecciones, de retornar a las andadas, de darle otra vuelta de tuerca a la necedad, al oscurantismo, a la falta de trasparencia, a la maldad sin paliativos. Malo es que nos roben en tiempos de bonanza pero que lo hagan cuando la mayoría tiene medio cuerpo dentro de un contenedor de la basura y el otro medio en las oficinas del paro, no tiene perdón de dios ni del diablo.

«Y hay un español que quiere/vivir y a vivir empieza/entre una España que muere/ y otra España que bosteza».

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