El anuncio del alcalde de Alicante, Gabriel Echávarri, de permitir a todos los centros comerciales de la ciudad la apertura de sus establecimientos los domingos y festivos, con la condición de que se generen nuevos puestos de trabajo, viene a enmendar el decreto de la Generalitat que, a instancias del Ayuntamiento alicantino, ha obligado, desde hace un mes, al cierre comercial durante esos festivos.

La decisión representa una rectificación en toda regla de la postura del regidor alicantino que hay que aplaudir porque supone recuperar una iniciativa, puesta en marcha hace dos años, para impulsar la actividad comercial. Este impulso permitía ofrecer mayores ventajas a los ciudadanos para poder realizar sus compras durante sus jornadas de descanso, y conllevaba añadir un plus de competitividad y atractivo a una ciudad como Alicante, que tiene en el turismo uno de sus pilares económicos clave junto a una capitalidad comercial que ejerció antaño y que ahora pretende recuperar.

El cierre decretado era, además, un sin sentido en unos tiempos donde las ventas por Internet van creciendo exponencialmente sin barreras de horarios, ni trabas administrativas, y donde las aperturas en el resto de la Europa económica en la que estamos inmersos se producen sin restricciones con el único objetivo de fomentar la libre actividad comercial y posibilitar las compras a elección de los consumidores, ejerciendo además de polo de atracción para otros sectores como el de la hostelería que se ven directamente beneficiados.

Abrir los centros comerciales durante los festivos generaba, eso sí, críticas entre aquellos trabajadores de esos establecimientos que reivindicaban el derecho al descanso los fines de semana, bandera que enarboló desde el primer momento el primer edil para justificar y argumentar su férrea oposición a que levantaran la persiana todos los domingos del año. Pero no hay que olvidar que la apertura de los festivos supuso, durante su vigencia, la creación de puestos de trabajo -ejemplo de ello ha sido El Corte Inglés, que se convirtió en la locomotora del centro comercial de Alicante y que ya creó empleo al autorizársele a abrir los domingos- y cuando vuelva a entrar en vigor lo seguirá haciendo ya que su aprobación se ha condicionado, precisamente, a la generación de empleo directo, objetivo prioritario para todos los sectores económicos y para cualquier administración dada la elevada tasa de desempleo que sufrimos.

Ahora bien, si ha sido posible alcanzar un acuerdo entre los centros comerciales y el Ayuntamiento para restablecer la apertura en los festivos tras una negociación, ¿por qué no se optó por la vía del diálogo y de la búsqueda de soluciones consensuadas con anterioridad? ¿Por qué se prefirió que, durante dos meses aproximadamente, los comercios resultaran directamente perjudicados al tener que permanecer cerrados con los consiguientes perjuicios económicos? Si rectificar es de sabios, también de sabios es aprender de los errores y sacar las conclusiones oportunas para que esas equivocaciones que termina pagando la ciudad no se vuelvan a repetir.