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Cómo va el mundo

Que «España va bien» es algo que no se creen ni los que lo predican. Pero ¿qué puede decirse sobre el mundo? Supongamos, como decía el fundador de la Fe Bahá´í, que «la Tierra es un solo país y los seres humanos son sus ciudadanos». ¿El mundo va bien? Diversas instituciones, desde Gallup al Banco Mundial, vienen en nuestra ayuda para responderlo y con datos parecidos a los que hay que usar para saber si España, efectivamente, va bien, es decir, empezando por el empleo, no por el PIB.

Para empezar, la tasa de desempleo mundial es del 32% de la población en edad de tenerlo. Hay más: de los 3,2 millardos empleados, solo el 5% tiene un empleo fijo en el que se encuentra a gusto. A esto hay que añadir que el 24% de los fijos tienen un empleo con un mínimo de 30 horas semanales y que es un porcentaje que se mantiene estable. Hágase la cuenta al contrario para estos dos últimos datos y se verá cuál es la situación de muy amplias capas de la población mundial.

Eso sí: hay diferencias regionales. Los empleos fijos suponen un porcentaje máximo en Norte América (4%) y un mínimo en el África Subsahariana (11%). Se puede hablar del mundo, sí, pero sabiendo que hay diferencias muy notables dentro del mismo (como las hay en las Españas). No extrañe que se produzcan migraciones importantes desde los lugares donde hay menos trabajo a los lugares en los que hay más. Mucho más si los habitantes de estos últimos (es decir, Norte América y la Unión Europea) son los que destacan por su optimismo respecto al futuro de los empleos posibles. Más de la mitad de los que viven en Norte América y uno de cada cuatro residentes en la Unión Europea piensan que es un buen momento para encontrar allí un empleo, tasa que está aumentando (recuérdese, cuando se hable de la Unión Europea que, en este campo del empleo, también hay notables disparidades entre los países que la componen).

Gallup también hace encuestas a escala mundial sobre el nivel de bienestar declarado por los encuestados y ahí, de nuevo, América del Norte se separa muy evidentemente del África Subsahariana. Con su particular forma de medir tal disparidad, se trataría de un 30% a un 11% de los que cumplen, por lo menos, con tres de los criterios que usa dicha empresa para medir el bienestar declarado por los encuestados. Sin entrar en otros campos, sí parece que, en una parte del mundo, se dan factores de expulsión de población mientras que en otros lo que se da es una atracción para los que buscan trabajo. Norte-Sur, según la conocida y problemática terminología.

Una observación sobre el caso de los Estados Unidos, país que, con sus casi 50 millones de inmigrantes aparece como el país con mayor número de personas en tal categoría, seguidos a distancia por Arabia Saudita y Alemania. Los Estados Unidos también se muestran como el primer destino deseado de los que quisieran emigrar (seguido de Australia, Canadá, Suiza y, empatados, Alemania y Francia). Pues bien: también es el país que, a distancia, mayor porcentajes de encuestados mundiales ven como una amenaza a la paz mundial: un 24%.

Otra observación, esta sobre la Unión Europea, distinguiendo, cosa no siempre fácil, entre inmigrantes y refugiados, dato este último que conviene no olvidar: el número de refugiados aumentó notablemente en los años 90 para empezar a disminuir, de manera muy evidente, desde entonces. Sí, disminuir desde finales de los 90. Pues bien, la Unión Europea destaca en estas encuestas a escala mundial como la zona en la que mayor rechazo se muestra hacia la posibilidad de recibir inmigrantes: un 52% desearía menores niveles de inmigración a sus respectivos países (de nuevo, recuérdese que hay diferencias internas: la Europa del Sur presenta porcentajes algo mayores, 58% para ser exactos). En USA les basta con Trump.

Resumamos (o simplifiquemos): una Tierra dividida en países «ricos» (o enriquecidos) y países «pobres» (o empobrecidos), con sus correspondientes divisiones internas, y numerosos seres humanos que buscan pasar de un lado al otro, huyendo de la pobreza que da el no tener empleo, y que, en muchas ocasiones, lo que encuentran es el rechazo o, en el mejor de los casos, la desconfianza de los que viven en la zona donde el problema es menor.

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