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Metamorfosis

El año pasado en mi clase de niños y niñas de cuatro años hubo un intenso acercamiento a los temas relativos al ciclo de la vida, que en algunos niños supuso un auténtico sobresalto, en otros un esclarecedor descubrimiento y en varios una confirmación de las hipótesis elaboradas en torno al hecho del nacer, del crecer, del vivir y del morir. Momentos importantes que señalan una evolución adecuada, pero que a veces cuestan de «atravesar» y requieren un estrecho acompañamiento.

Estábamos metidos en un proyecto de arte cuando llegó Adriana anunciando a voz en grito que había nacido su hermana Lola? ¡y que había nacido desnuda! Su excitación y la noticia, largo tiempo esperada, provocó un gran revuelo. Todos hablaban de bebés, comentando anécdotas personales que hasta entonces eran privadas, pero que a partir de ese momento, ya formaban parte del grupo. Pedí a los padres que explicaran cómo habían nacido sus hijos y empezaron a llegar unas cartas preciosas en las que había emoción, risas, bromas? y mucha ternura. Las leíamos poco a poco y disfrutábamos con el contenido y con las caras que ponían los protagonistas. De esta manera supimos que a Álex le daba «yuyu» nacer y se resistió a hacerlo, que varios nacieron rojos, menos Aitana que se puso azul, que Íker estuvo malito y tuvo que estar en la incubadora, etc.

Total, que hemos estado hablando de bebés, cordones umbilicales, embarazos y otros detalles, y, de paso, hemos aprovechado para ir despidiéndonos de cosas que ya no nos corresponden: los biberones, los chupetes, la teta, dormir con los papás... Este trabajo ha servido para decir adiós a la infancia primera, y además ha sido una buena ocasión de que los niños se enteren de cómo han nacido, de recordar cómo eran de pequeños, qué les gustaba, y, sobre todo, de rememorar la alegría que sintió toda la familia al conocerlos.

Después del trabajo sobre los bebés, empezamos a preparar la fiesta de los abuelos. Con su parte alegre: los regalos, los bailes, la decoración, y su parte más seria: las conversaciones sobre el transcurrir de la vida, el hacerse mayores, el morir. Hablando de los abuelos hubo comentarios graciosos, otros que hablaban de una cotidianidad bien vivida y compartida con los abuelos, y unos cuantos más trascendentes.

Algunos niños descubrieron que eso que hablábamos de que «todo lo que vive, muere», como la paloma que murió en el patio y fue enterrada en el campo de enfrente, también nos pasaba a las personas. Y no les vino muy bien. Estela aseguraba que su mamá nunca se iría al cielo, porque ella le había pedido que se quedara todo el rato con ella. Pablo lloró varias noches en su casa ante la idea de que su mamá pudiera morir. Hubo que consolar, aclarar y tratar de calmar diciéndoles que faltaba muchísimo tiempo para que sus padres murieran, aunque sin ocultar que? «la vida es así».

A continuación, hubo propuesta de temas para emprender un nuevo proyecto de trabajo, y el tema más votado fue: «Las mariposas y las libélulas». Lógicamente salieron de nuevo a relucir la vida y la muerte al leer el ciclo vital de estos animales. También salieron los cambios. Aitana dijo que su papá le había explicado que el cambio de forma que hacían las mariposas en su vida se llamaba metamorfosis.

Y eso nos llevó a hablar de nuestros cambios:

-Yo era gordo de bebé y ahora soy flaco.

-Y yo era calvo y ahora tengo pelo.

-Después nos saldrá bigote.

-Y pelos en el sobaquillo y por ahí abajo, como mi madre.

-Tendremos que ir al instituto y a natación.

-Y casarnos para tener los hijos.

-Luego te pones más gordo, que mi padre tiene barriga.

-Y también te pones viejo, como mi abuelo, que tiene el pelo blanco.

-Y después te mueres.

-Pero de abuelo duras bastante, que mi «Abu» hace muchos años que es viejo.

-Yo antes les tenía miedo a los perros y ahora no.

-Y yo a las arañas.

-Pues yo tenía más genio aún que ahora.

-Yo cuando tenía tres años quería volar, me creía que podía.

-O sea, que nosotros también tenemos metamorfosis?

-Pues claro que sí, ¿no ves lo cambiada que estoy yo con el pelo corto?

Se habló también del camuflaje, la defensa, la duración de la vida, las diferencias, la debilidad de las mariposas y la fortaleza de las libélulas, etc. Y una vez más pude comprobar que los niños lo que quieren y necesitan es saber quiénes son y qué les depara la vida, ya sea comparándose con las mariposas, con sus padres, hermanos o abuelos, con los compañeros o consigo mismos.

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