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Crónicas precarias

Última hora: se desata el horror

Os informo de que yo ya tengo la casa llena de latas de sardinas y papel higiénico por lo que pueda pasar. También me he comprado una linterna. Lo que no entiendo es vuestra actitud. No sé cómo podéis soportarlo, cómo podéis estar ahí tan tranquilos leyendo el periódico con el cafetito dominguero mientras el terror se apodera de las calles. Nuestras instituciones sucumbiendo a la destrucción y el caos y vosotros a vuestro rollo. Inconscientes, que sois unos inconscientes. Que es que no sé ni por qué me molesto en avisaros del peligro.

A ver, por si no os habéis enterado (difícil a no ser que viváis en una cabaña encima de un árbol de la Aldea del Arce, en cuyo caso me dais mucha envidia) hay gente malvada que viaja a Venezuela. Al peor país jamás imaginado por la mente humana. Y luego vuelven. Y se presentan a las elecciones. Y sacan escaños. El horror. Probablemente alguno de los participantes hasta llevaba rastas. Igualito que en una secuencia de Tarantino.

Seguro que en el año que ha transcurrido desde la terrible, terrible, terrible excursión bolivariana, los asistentes se han dedicado a envenenar nuestros pozos y nuestras acequias con agua contaminada de Maduro. O a arruinar las cosechas. No ha llovido nada estos meses, a ver si tienen ellos algo que ver. Cuánta maldad concentrada, yo quemaría a alguno en una hoguera. Por probar, a ver qué pasa. O les tiramos al río. Si no se ahogan es que su alma es pura.

Encima esos sujetos no se fueron a las costas latinas a tomar el sol sobre una hamaca como la gente normal. Ni siquiera querían vender armas o construir tramos de AVE, que si hubiera sido así, al menos estarían prestando un servicio a nuestra patria como unidad de destino en lo universal. Pero no, ellos se iban a hablar de sus monsergas de perroflautas comeflores populistas traidores comunistas totalitarios (y probablemente consumidores de quinua y leche de soja). Y a romper España en pedacitos muy pequeñitos. Se ve que a los radicales antisistema les gusta hacer quilómetros y cruzar el charco. Por cierto, mucho odiar al capitalismo pero luego bien que van en avión en lugar de nadando, hipócritas.

Total, que todavía sin tener claro quién va a gobernarnos, nos encontramos ante una encrucijada histórica. A un lado encontramos barbarie, infortunio, flequillos raros y anarquía. Al otro, orden, rectitud, camisas bien planchadas y templanza moral. Menos mal que están saliendo a la luz estos escalofriantes documentos para abrirnos los ojos y evitar que acabemos liderados por el mal absoluto. Ojalá nuestros amados líderes sepan actuar con honor y sentido de Estado. ¡Qué angustiosas horas de incertidumbre nos esperan!

A ver si esta peña lista de Davos nos echa una mano. Ya que se han reunido para hablar de sus asuntos (dónde guardar el oro para que no coja olor a fritanga, cafeterías con encanto, trucos para que los geranios no se pongan mustios?), pues que nos den alguna idea para librarnos de este infierno. Que encima el primer expulsado de Gran Hermano Vip ha sido el pequeño Nicolás. Drama general. Llanto y crujir de dientes. O me traen pronto mis sales y mi cajita de rapé o me desvanezco sin remedio. Primer aviso.

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