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Jorge Fauró

Volvamos a los bares

La Audiencia Nacional va a juzgar esta semana a una joven valenciana de 24 años por enaltecer a ETA en las redes sociales y difundir en Twitter comentarios vejatorios sobre Carrero Blanco, Irene Villa y Miguel Ángel Blanco. Le piden dos años de cárcel y una pena de ocho años de inhabilitación absoluta por, entre otras cosas, «denigrar la memoria» del edil popular. Yo le añadiría un año más por gilipollas, pero esto es cosa mía. Y es una lástima lo de esta chica, porque echando un vistazo a su perfil de Twitter parece que tiene inquietudes, curiosidad y hasta cierto talento, que ya es algo más de lo que atesora Willy Toledo diciendo las mismas tonterías. Aquí hay tres debates: el de la libertad de expresión, el de la Justicia y el de la pérdida de influencia de los bares como foro para decir la primera estupidez que le viene a uno a la cabeza. Lo dije aquí en otra ocasión: exabruptos como los de la joven valenciana llevan años diciéndose en una barra delante de dos cervezas. Los imbéciles son siempre los mismos, en Twitter y en el bar, con la diferencia de que lo de las redes sociales hay gente que se lo toma en serio. Qué sería de Paulo Coelho si las cursiladas vacías que escribe no se difundieran en Facebook junto a la foto de un pájaro. La libertad de expresión también tiene ciertos límites. La frontera está en la ofensa y en hacer un chiste sin gracia de la muerte y el drama de un país. Me parecen excesivos dos años de cárcel para una muchacha que tenía 15 años cuando mataron a Miguel Ángel Blanco y que ni siquiera había nacido cuando ETA atentó contra Irene Villa. El año por gilipollas puede negociarse. Este es el tipo de asuntos que hacen perder el tiempo a la Justicia. Porque así lo estipula la ley que los jueces deben hacer cumplir. Nada que objetar en ese sentido. Sigo pensando que comentarios como los que se van a juzgar esta semana hay que achacarlos a una mala educación. Vete a saber lo que esta chica ha escuchado en casa en su infancia y adolescencia, porque no estaría mal llamar a capítulo a más de un padre y una madre y decirles: «Os habéis lucido». Hechos como éste no deben demonizar a las redes sociales. Al contrario, ponen en valor todo lo bueno que tienen. Y mucho menos a los bares. Sobre bares y redes sociales la mejor sentencia la leí en Twitter. Imaginen el clásico menú de pizarra escrito a tiza: «No tenemos wifi, hablen entre ustedes».

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