Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

La justicia industrial

Hace muchos años me encargaron un reportaje sobre Murcia, de modo que tras instalarme en uno de sus hoteles, y como no conocía la ciudad, solicité un taxi y pedí al conductor que diera una vuelta por aquellos lugares que le parecieran más relevantes. Llegamos enseguida a un territorio inhóspito, pues no se veía a nadie por sus calles, flanqueadas mayormente por naves industriales y conjuntos fabriles. Sentí una desazón como de domingo por la tarde infantil. Cuando logré salir de mi estupor, pregunté al taxista donde estábamos.

-En un polígono- respondió con orgullo.

Creo que era la primera vez que escuchaba la palabra polígono aplicada a un parque industrial. Luego, el término se popularizó y hasta se hicieron películas sobre jóvenes poligoneros, así llamados, supongo, por vivir cerca de estos polos industriales, lo que sin duda debe de imprimir carácter. Según la Wikipedia, un polígono debe disponer de fuentes de energía, transporte, mano de obra y servicios públicos esenciales para las plantas que se ubiquen en él. Significa que aunque pueden crecer de forma espontánea y desordenada, lo ideal es que sean la consecuencia de una planificación. Quizá el orgullo con el que el taxista de Murcia me mostraba el suyo tenía que ver con que era el resultado de un diseño.

Desde entonces, por unas u otras razones, he visitado varios polígonos a lo largo de mi vida. Todos, incluso los más limpios, me han causado el mismo desasosiego que el primero. En cierto modo, y pese a sus cafeterías o restaurantes, son antilugares, o así los siento yo. Me impresionó, por tanto, que el juicio por el caso Nóos se llevara a cabo en un polígono de Palma de Mallorca, el de Son Rossinyol, para ser más exactos. Es probable que muchas de las personas juzgadas, ricas como son, no hubieran pisado nunca antes un polígono. Me pregunto si les habrá parecido un anticipo de su posible condena. En todo caso, era más humana la cuesta aquella que los acusados tenían que bajar cuando empezó todo y que conducía a la puerta de un juzgado céntrico. Hemos llegado a un punto en el que la justicia, dada la cantidad de justiciables, hay que impartirla en plan industrial.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats