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Francisco Esquivel

Un golpe bajo

Mientras a cuento de insultos y amenaza de agresiones para introducir la cuestión entrevistan hasta al presidente de la Liga, el tal Tebas, Susana Griso asegura en Antena 3 que se alegra de que el pontevedrés sea menor porque de ese modo no podrá ir de plató en plató, lo que no es óbice para que en el inmenso rato que se pasan dándole vueltas a lo sucedido repitan la escena del croché unas quinientas veces tirando por lo bajini. A la finalización del telediario de mediodía de La 1, la cadena vuelve a emitir la parte de Los desayunos de teuveé en la que los invitados hablan sobre lo que imaginan -o sea, nada de Tebas- en torno a un café que estaría ya helado. Salvo los opinadores bien aleccionados por diferentes vías que andan sueltos por ahí, la reacción al golpe bajo sufrido por la campaña en la cara de uno de sus protas ha sido pacífica y edificante. Algunos dentro del pepé podían tener la tentación pero no o los han parado en seco. La utilización torticera de acontecimientos -unos infinitamente más tremendos que otros- puede volverse en contra de quien los retuerce y, en ese sentido, la experiencia es un grado. La reacción del agredido ha sido la exigible, pero eso no quita para que el incidente marque nada menos que el tramo decisivo de la campaña. Ni Sánchez ni Iglesias tienen nada que ver con la historia y, sin embargo, beneficiarles no les beneficia en absoluto. Rajoy ha reaccionado a la animalada con una serenidad que a gente de buena voluntad le llega. No sé si fue Churchill quien dijo que «las actitudes son más importantes que las aptitudes», pero como se le atribuyen todas las frases igual es suya. Además no existe un solo caso en el que un suceso de esta naturaleza no haya beneficiado a la víctima dentro de una contienda electoral. Con Berlusconi, recuerden, ocurrió. Y esa es la prueba del nueve: apiadarse de Silvio.

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