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Desde mi terraza

Luis De Castro

El regalo

«Practique el lujo social del regalo». Este eslogan se utilizaba hace unos años cuando se acercaba la Navidad, en una descarada invitación al consumo. Y como a quien escribe no le sirve el eslogan, puesto que nadie me regala nada en tan señaladas fechas, me regalo yo a mí mismo, Y aqui me tienen, sentado en el AVE Barcelona a Madrid, tras haber disfrutado anoche de mi regalo: la representación de la ópera de Donizetti Lucia di Lammermoor, una de mis preferidas. Y aunque la razón del viaje era escuchar por primera vez al considerado mejor tenor del mundo, Juan Diego Florez, me encontré con la sorpresa de asistir un día en que el divo peruano descansaba, siendo sustituido por el tenor gaditano Ismael Jordi, en una interpretación más que correcta. Pero si no ví al peruano descubrí a una maravillosa Lucia en la voz de otra española, María José Moreno, que puso en pié al exigente -y algo esnob- público del Liceu en la famosa aria del segundo acto, verdadera piedra de choque para una soprano dramática, fragmento que elevó a las alturas del Olimpo a muchas divas, especialmente Callas, Shuterland y Scotto. Siempre es un placer visitar el emblemático Liceo barcelonés, especialmente si se tiene la suerte de contemplar una ópera que simboliza el melodrama romántíco por excelencia del bel canto, y en un montaje que sin traicionar el espíritu de la obra le insufla un tono moderno gracias a la sabiduría teatral de un director de escena como Damiano Michieletto, un joven veneciano que se las sabe todas. La noche la redondeó mi compañero de butaca Paco Mir (Tricicle), en su día de descanso de las representaciones de Bits, segunda temporada en Barcelona, con una cena en la barra de otro emblemático recinto, la cerveceria Cañete situada muy cerca de las Ramblas, y que les recomiendo. Poco pude sacar en claro, en un viaje de menos de 24 horas, sobre las opiniones de la gente sobre el proyecto independentista catalán; pero curiosamente ninguna de las personas a quienes pregunté, incluidos taxistas, cree que el tema salga adelante. Se advina un gran hastío y un manifiesto cansancio de la gente corriente, que casi no quieren hablar del tema porque ya les aburre; pero no pude evitar imaginar un hipotético futuro en que hubiera que presentar el pasaporte al salir de Castellón. En fin, confiemos en que no sea así y que las relaciones Catalunya-Gobierno lleguen al acuerdo que todos deseamos. Ahora mismo Barcelona está llena de vida cultura?, la Espert representa de nuevo El Rey Lear en el Teatre Lliure, El Tricicle llena el Victoria, Mamma mia en el Tívoli, se anuncia un Otello con Plácido Domingo, y hasta Paul Anka actuará en el Liceo el 30 de enero. Quiero seguir disfrutando de una Barcelona española. Y no es que en mi ciudad no haya movimiento cultural y artístico: en los últimos días vimos a un extraordinario Ballet Nacional de España del que debemos sentirnos orgullosos; a una entrañable Concha Velasco en el papel de una madre desesperada ante el panorama de dejar solo a su hijo con síndrome de Down por la perspectiva de un cáncer terminal (por cierto, y como anécdota, el joven que interpretó al muchacho deficiente, y que a su vez lo es, es hijo del famoso barítono italiano Ruggiero Raimondi) para terminar con un magnifico concierto en el ADDA a

La Perla. «La exigencia innegociable a atender del repertorio belcantista es la pureza del sonido emitido. El vehículo para llegar a ella es la técnica. Sin técnica no hay cantante ni artista; mejor que se dedique a otra cosa» (Amellita Galli-Curci, soprano italiana fallecida en 1963 y una de las mejores «Lucia» de la historia).

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