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Contracrónica

Pere Rostoll

A nadie le salen las cuentas

El PP promete crear 400.000 empleos en Alicante. Eso implica dar trabajo a todos los parados y aún habría que traer 200.000 personas de fuera

Entramos en el fin de semana que marca el ecuador de la campaña. Y a nadie, de momento, le salen las cuentas en la provincia de Alicante. Ni en las propuestas ni, por supuesto, en las encuestas. Por ahora, ninguno de los aspirantes locales de los principales partidos ha logrado «colar» en el debate de una campaña sosa y, pese a lo que está en juego, aburrida y con poca tensión, iniciativa alguna para la provincia que marque la agenda política. José Manuel García-Margallo, candidato del PP, lo intenta con una nueva versión del «agua para todos» y con el mantra de que cuando mejora la economía, a Alicante -obviando, eso sí, la precariedad de los empleos y el alto volumen de exclusión social- le va siempre mejor que al resto de España.

En su afán de percutir con la economía como principal argumento para movilizar a sus huestes, los populares se han pasado de «frenada» con sus propuestas. Prometen crear 400.000 empleos en Alicante. Eso significa que se generarían puestos de trabajo para toda la gente que está en el paro y, además, tendríamos que traer otras doscientas mil personas de fuera para cubrir la oferta. Y plantean, como puso encima de la mesa Isabel Bonig, llegar a 2,6 millones de personas con trabajo en la Comunidad, lo que supondría 900.000 nuevos empleos. Es decir, que todos los que están parados tendrían un puesto de trabajo y, además, serían necesarias otras 300.000 personas para completar todo ese mercado. Ahí queda eso. Mariano Rajoy, durante su visita de ayer a Orihuela y ante 2.000 personas, volvió a insistir, precisamente, en el argumento del empleo.

¿Y cómo están las cuentas? Los populares están convencidos de que serán los más votados y de que llegaran a cuatro diputados, lo que le daría escaño en Madrid por otro mandato a Gerardo Camps, en puesto de «sufridor» para repetir y conseller de Economía durante los años en los que la Generalitat puso las bases del «agujero» financiero que hoy la coloca al borde de convertirse en una institución «inviable». Consideran que ganarán en España pero lejos de la mayoría absoluta. Que serán los más votados. Pero, admiten, no saben si tendrán socios para pactar o si sumarán suficientes diputados -sólos o con otros- para un gobierno estable.

El socialista Julián López Milla va a remolque de las desventuras del alicaído Pedro Sánchez -un alma en pena tras el fracaso del debate «a cuatro»- y con la tropa del PSOE más pendiente de una supuesta «pinza» para relegarles -los mensajes de los cargos del puño y la rosa en la red son casi unánimes ligando a Pablo Iglesias con el PP en una delirante conspiración- que de «vender» su proyecto a los electores. Es cierto, como reconocen incluso en el PP, que el número uno del PSPV-PSOE por Alicante tiene discurso y domina el debate del expolio que sufre la Comunidad con la financiación, uno de los puntos débiles de los populares. Pero también que la militancia socialista cada vez es más limitada, que el Consell y los altos cargos se están implicando poco en la campaña y que los vientos que llegan desde Ferraz no apuntan a una victoria electoral sino más bien a otra batalla interna. Parecía que sería Rafa Benítez, el entrenador del Real Madrid, el que no se comería el turrón pero ahora puede ser Pedro Sánchez el que no llegue a Navidad. Las encuestas que maneja la cúpula del PP sitúan a los socialistas, incluso, como cuarta fuerza política, un escenario impensable hace unos años. Se juegan, también en la Comunidad, el liderazgo de la izquierda y su futuro como alternativa de referencia. Y aún no se han dado ni cuenta.

Ciudadanos, como viene siendo norma y Alicante no es una excepción, vive «enchufada» a la imagen de Albert Rivera. Hace seis meses, en las elecciones autonómicas, el omnipresente líder ya ejerció de «candidato» -al menos eso se desprendía de los carteles que se pegaban- en todos los municipios de España y en todas las autonomías. Ahora, con más motivo, Ciudadanos -una amalgama en la provincia de antiguos cargos del PP, exsocialistas rebotados y desertores de UPyD- ya lo fía todo a su jefe de filas. La candidatura por Alicante, encabezada por Marta Martín, está «escondida», como en el resto del Estado, detrás de esa figura mediática. Albert Rivera, a día de hoy, es lo único que puede ofrecer la formación como la cara de un argumentario de laboratorio perfectamente articulado. En la provincia, además, han optado por una campaña «clásica», equiparable a la de los populares y socialistas. Ni nueva. Ni emergente. Ni siquiera atrevida: la elección del Colegio de Médicos para el mitin de ayer -con un aforo moderado de unas mil personas- no es gesto valiente ni de tomar riesgos. La mayoría de sus dirigentes están convencidos de que pueden ganar las elecciones en la provincia de Alicante pero, de momento, las encuestas siguen dando aún un cierto margen al PP.

A Rita Bosaho, número uno de Compromís-Podemos, nadie le «saca» del discurso de reclamar más financiación para la Comunidad en Madrid con la intención de «rescatar personas» sin saber eso ni lo que significa ni lo que supone ni el coste que tiene. Poco más. Dicen los suyos, para disculparla, que gana en corto. Pero lo cierto es que la coalición también toma impulso -sólo hay que ver las fotos del «mailing» que llega a las casas- por la capacidad mediática de la vicepresidenta de la Generalitat, Mónica Oltra, que se juega en esta campaña el control absoluto de Compromís y el liderazgo de la izquierda valenciana al margen del PSOE para 2019; y de Pablo Iglesias, en alza en esta campaña. Arriesgaron con el Centro de Tecnificación -4.500 personas- y les salió bien como exhibición de fuerza. Van a pescar en el electorado del PSOE. Es lo que toca. Cuando uno quiere ganar, tiene que ocupar antes la mayor porción de su espacio natural. Y en esa operación están Compromís y Podemos. Pero, de momento, no están seguros del «sorpasso» a los socialistas. Como tampoco le salen las cuentas, en este caso para sobrevivir, a EU, a pesar de que su candidato David Rodríguez está haciendo una campaña muy digna y de que Alberto Garzón tiene mucha más madera de líder de lo que, quizá, el resultado del próximo 20D acabe reflejando. Así y todo tienen muy lejos -casi imposible- el escaño por Alicante.

Puede que la batalla de la circunscripción sirva de poco en una pugna electoral muy centralizada. ¿Por qué? Esta campaña más que nunca depende de las televisiones, de Internet y de los grandes líderes... Del empuje de las figuras de la campaña -Rajoy, Sánchez, Rivera, Iglesias, Garzón...- dependerá, en gran medida, el resultado final. Pero todo eso genera un gran déficit a la hora de escoger la papeleta: los electores tienen que decidir sin llegar a saber nunca algo tan importante como el listado de las cosas que los partidos quieren hacer allí donde vive la gente. Eso supone que a muchos ciudadanos, en estos momentos, tampoco les salgan las cuentas de las elecciones. De la fiesta de la Democracia. Y eso, desde luego, es otro grave problema.

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