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Desde mi terraza

Luis De Castro

Último asalto

Aunque se anuncia la comparecencia en televisión de los candidatos de los dos partidos mayoritarios (Mariano Rajoy y Pedro Sánchez), es decir PP versus PSOE, el verdadero combate electoral, y en el -para mí- último asalto de éste gran combate en que se ha convertido la convocatoria de elecciones generales, tuvo lugar este lunes en televisión. Un combate cuya singularidad consistió en que los contrincantes no eran dos, como sucede en el ring, sino cuatro. Y me pregunto qué razones tuvo Atresmedia para excluir del debate al candidato de Izquierda Unida -Alberto Garzón-, partido político que obtuvo 8 diputados al Congreso en las elecciones de 2011; se da la circunstancia de que Alberto Garzón es el cabeza de lista mejor valorado por la opinión pública según las encuestas. Pero las redes sociales, de tanta influencia en la sociedad actual, reaccionó multitudinariamente al tuit que el Sr. Garzón escribió esa misma tarde: «¿Os está gustando mi intervención? Es lo que tiene la democracia, que está a régimen». La reacción fue inmediata, con la respuesta de más de 23.000 retuits. La junta Electoral Central conminó a Atresmedia a compensar a otros partidos, especialmente IU y UPyD, con otro debate. Garzón, resignado, responde que «si no en la televisión, debatiremos en la calle». Es evidente que, dada la expectación y seguimiento suscitado por el debate televisivo, Izquierda Unida puede resentirse de cara a los comicios del domingo. ¿O no? La reacción de parte de los votantes puede sorprendernos. Lo cierto es que no se recuerda una atención tan espectacular en toda la democracia; la suma de espectadores de las dos cadenas que emitieron el debate (Antena3 y La Sexta) ha sido estimada en 9,2 millones de espectadores, consiguiendo un inusual 48,2% de cuota de pantalla. Si esta expectación se refleja en el aumento de votantes el domingo, podremos decir que el tan comentado programa ha valido la pena.

No me extenderé en comentar lo ya tantas veces comentado sobre quién fue el ganador del combate porque cada cual arrima el ascua a su sardina. Cada votante pensará en sus intereses particulares a la hora de elegir la papeleta, y espero y deseo que los debates estériles que dominan la actividad municipal alicantina no ejerzan de correa de transmisión que desanime al votante. Personalmente votaré al partido en cuyo programa figure defender el IVA cultural más bajo. A destacar que en el debate se pasó de puntillas sobre la educación, y ni se mencionó la cultura; aceptando que hay otras prioridades, que la corrupción fue lo más duramente criticado, que el desempleo es lo que más angustia a la sociedad española, y que no era el lugar ni el momento de profundizar en el gran problema de los deseos independentistas catalanes, eché en falta un ataque frontal a la Ley Wërt y que se citara, siquiera levemente, los temas del arte y la cultura. Que yo sepa, Pedro Sánchez ha sido el único candidato que al menos se ha reunido con el mundo del cine, prometiendo dejar el IVA cultural en el 10%, teníamos el 8% hasta que se subió al 21%, con la catastrófica consecuencia en el cine y el teatro de todos conocida. Sánchez llegó incluso a decirle a Antonio Resines, Presidente de la Academia del Cine, que «si podía» lo dejaría en el 4%. Veremos.

Un Pedro Sánchez neutro, un Pablo Iglesias crecido (sin duda el más contundente), un Albert Rivera debilitado y una Soraya acorralada fue, para mí, la imagen de los contendientes. Pero sin duda para muchos votantes indecisos el debate servirá para acercarles más a una oferta u otra, con lo que habrá servido para algo. Aunque una cosa son las ofertas y otras la cruel realidad que con la que se encontrará el (o los) que salga triunfante en las urnas. Alea jacta est; la suerte está echada.

La Perla. «Empieza haciendo lo necesario, después lo posible, y de repente te encontrarás haciendo lo imposible» (San Francisco de Asís)

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