De orilla a orilla de la colombina mar oceánica, occidente para los de la orilla de acá, oriente para los de allá. Con el toreo en plena ebullición americana, a pesar de los caprichos de cierto alcalde bogoteño, gustador del toreo por cierto, que anda empeñado en dejar sin fiesta a la monumental capitalina Santa María, uno de los hitos y santo y seña del toreo, no sólo de Colombia, de toda la América taurina. A pesar de que la más altas magistraturas del Estado concluyeron que no ha lugar para tal persecución, ni prohibición por tanto, porque el toreo tiene hondo arraigo en el sureño país. Sabido es que el antitaurinismo, más organizado que jamás lo estuvo, se la tiene jurada a la quizás última manifestación de la individual independencia del ser humano, con manifiesto riesgo de la vida, que es el toreo. Y, claro está, en un mundo de gregarismos manipulables lo individual, ese supremo canto de libertad no se acepta. Por peligrosa ejemplaridad. Menos mal que todavía quedan firmes valedores del toreo allende esa mar oceana que nos une más que separa. De orilla a orilla...
Conmemora Méjico D.F. el septuagésimo año de la inauguración del capitalino monumental coso de Insugentes, febrero de 1946, con Manuel Rodríguez «Manolete» en el inaugural cartel. Todavía compitió la nueva plaza con la tradicional de «El Toreo», testigo de las hazañas de los mejicanos Gaona, «Armillita», Garza, «El Soldado», Silverio Pérez, Arruza, Silveti, entre otros, y los españoles Belmonte, Sánchez Mejías, Ortega, «Manolete», Pepe Luis, Antonio, Bienvenida y Luis Miguel. Ahora, con el siempre esperado concurso de las figuras españolas, los Zotoluco, Mejías, Zaldívar y, sobre todos, la firme realidad de Joselito Adame, uno de los claros triunfadores de la temporada española. Sin olvidar esa Lima con su coso del Acho y su ancestral Feria del Cristo de los Milagros, donde el toro muestra quizás la mejor presencia del ámbito americano. De orilla a orilla...
En esta orilla hispana, ahí se anda entre dudas y suspiros por la realidad del momento convivencial con ese entrañable trocito del noreste español. Aunque acabará por imponerse el imponente peso de la Historia en común. En tanto que la memoria alicantina trae a colación los mejores recuerdos de la temporada 2015, el año del inesperado y sorprendente adiós de Manzanares padre. Año en que, cerrado con la esplendidez del encierro de Adolfo Martín en agosto, mostró tendidos con abundante presencia de público en la sanjuanerta Feria de Fogueres, buen toreo y menos toro del deseable. De orilla a orilla. Alicante. Noviembre.
