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Francisco José Benito

Apuntes

F. J. Benito

El trasvase del Júcar pasa a la historia

Catorce años después de aprobarse con el consenso de todos los regantes de la Comunidad Valenciana, el Consell y el Gobierno central, y tras una inversión superior a los 400 millones de euros de fondos públicos, de los que 120 llegaron desde Bruselas -al final el susto en forma de multa o devolución llegará, no lo duden por no cumplirse las condiciones- la Confederación Hidrográfica del Júcar ha dado la puntilla al trasvase de agua del Júcar a la provincia tras aprobar la conexión de la desaladora de Mutxamel con Benidorm. El Ministerio de Agricultura, gestionado por el PP desde 2011, cumple, en el epílogo de la legislatura, con el guión marcado por el PSOE en su Programa Agua. La sustitución del caudal de los trasvases por la desalada del mar, como ya se hace en el Tajo y que en el Júcar tuvo su génesis en 2005, cuando se cambió la toma del agua del Júcar-Vinalopó llevándola a Cullera. Además, la Confederación encuentra un cliente de por vida para la planta en la que se invirtieron 80 millones de euros y que se había quedado sin misión tras el fustrado Plan Rabasa. La desaladora se conectará directamente con la red de distribución de agua potable en Benidorm y la capital turística por excelencia tendrá esta forma garantizado el suministro de agua a los turistas, mucho más sensibles que las hortalizas y que si se pierden no vuelven al año siguiente. Pero, catorce años después ¿debe la provincia aceptar esta decisión? ¿debe mirar hacia otro lado y tragarse agua más cara por el capricho de unos y la falta de voluntad política de los otros? Desde 2001, cuando comenzó la batalla por un trasvase del Júcar de calidad y sostenible económicamente, han pasado mucha cosas. Hay gente que ha peleado y sigue peleando por ello y algunos, incluso, se han quedado por el camino. Otros siguen ahí, pero cada día más desanimados por la falta de apoyos y viendo que catorce años después la barrera de Madrid y Valencia es infranqueable. El futuro está en beber agua desalada como si Alicante fuera Lanzarote. Da lo mismo que todos los años se vayan millones de litros de agua al mar o aneguen las tierras y provoquen millonarias pérdidas por la falta de canalizaciones. Da igual que se hayan tirado 400 millones de euros al sumidero. El Júcar-Vinalopó es historia pese a que cada cierto tiempo vayamos a seguir viendo a los regantes en peregrinación a Madrid para no lograr nada, y eso si los que están todavía en la trinchera no acaban tirando la toalla. Porque detrás de ellos no hay nadie.

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