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Francisco Esquivel

Para salir del hoyo

Pablo Iglesias ya ha estado en la Moncloa. No hay temor de que vaya a subírsele a la cabeza porque hace mucho que se le ha subido. Aunque lo que más ha debido fastidiar a Mariano ha tenido que ser invitar al aperitivo a Rivera, sin dejar de pensar por un solo instante ¿será efectivamente el aperitivo?, ante alguien ideológicamente parecido pero lavado con perlán. Y no crean que la cosa va a quedarse ahí. La vice ya le ha tirado los tejos a Duran Lleida, a Alberto Garzón, a Rosa Díez, a los de upeene y a los del Foro Asturias. A este paso no se libra ni el mandamás del Rayo Vallecano.

¿Tan desesperado está Flanagan como para echar mano en el trance de todos a los que ha rehuido con el problema ahí? Los más aviesos dicen que por él hubiera seguido igual, convencido de que se trata de la estrategia más rentable partidistamente hablando, pero que hay quien le ha hecho ver que existe gente dentro que aún tiene carrera y que ésta será más llevadera cuanto menor sea el 20-D la leche que se peguen. Y pese a llevar la semana repitiendo que el mejor candidato es él, hay quien hasta se traería a Mou.

Toda esta peripecia inaudita a la que asistimos recuerda a otra también real vivida en uno de nuestros cementerios. Se enterraba a un tipo apreciado entre sus compañeros y aunque nadie esperaba que asistiera el jefe, al que todo el personal tenía por medio imbécil, asistió y, en el transcurso del rito, dio un mal paso hacia atrás y cayó a una tumba al descubierto. Como el señor pesaba lo suyo, los operarios hubieron de esforzarse para sacarlo del hoyo con las cuerdas mientras los asistentes volvían la cabeza para disimular el regocijo. Una vez incorporado, soltó: «Pues ahora ya no digo las palabras que tenía previstas». Bien, pues éste al que entre todos intentan poner en pie no es de quien estamos hablando. En el fondo, el muerto es nuestro hombre.

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