El ministro
Teatro Principal de Alicante
De Antonio Prieto.
Reparto: Carlos Sobera, Marta Torné, Javier Antón y Guillermo Ortega.
Dirección: Silvestre G.
Bajo las trazas de una comedia convencional, se va más allá de ese género y se entra en el campo de la realidad social y de algunos entresijos de la política con rasgos de sátira. Nada sería igual si no fuese por la fusión entre ciertos embrollos y las pinceladas sobre el personaje protagonista. La frase que destaca el programa de mano, «La ambición no tiene límites y la mala suerte? tampoco», sitúa a los espectadores que acuden a ver El ministro. Poco público se dio cita el viernes para asistir a esta representación en la que un ministro de economía pretende conquistar a la joven profesora de francés de sus hijos. Empieza el enredo, progresa y toma rumbo hacia un incierto desenlace. Salen a colación las batallas por el poder político y personal, y surge el robo a un banco con dos sujetos que se cuelan por la ventana. Amigos de ella e indignados por los abusos y saqueos a la ciudadanía con la excusa de la crisis y en beneficio de los peces gordos. El guionista de series de televisión, Antonio Prieto, debuta en los escenarios con una pieza premiada en 2013, y el popular rostro televisivo de Carlos Sobera alienta las situaciones en sintonía con el respetable. No es un actor que tenga una gran relevancia teatral pero sostiene el tipo muy bien y defiende su trabajo con el dinamismo impuesto por el director Silvestre G. A esa misma causa contribuyen Marta Torné, ofreciéndonos credibilidad dentro de algunas limitaciones interpretativas, Javier Antón y Guillermo Ortega. Ambos aportan frescor, intriga e intensidad. Los ladrones secuestran a un ministro preocupado y astuto, aspirante a presidente, que no quiere ser reconocido por la policía y la prensa? Tópicos y acciones vulgares al margen, las escenas entretienen, divierten y ponen el énfasis en algunos puntos oscuros del poder. Los cuatro (cada uno a su manera) buscan cambios e intentan sobrevivir. No podemos revelar las sorpresas finales. Vayan y vean. La obra fue acusada de plagio por los guionistas de una película que iba a rodarse con el mismo nombre. Curiosamente, en el corto Ministro (C), al corrupto personaje le tienden una trampa. Sexo, luchas y poder se dan la mano reiteradas veces.
