Qué difícil se les hace a veces a los políticos decir simplemente la verdad. Y lo malo es que esto ocurre con demasiada frecuencia. No escarmientan. Parece que no acaban de entender la demanda reiterada que les lanzan los ciudadanos una y otra vez. Honradez y transparencia. ¿Tan difícil es? Y ocurre entonces que no te lo terminas de creer cuando detrás de una dimisión se aducen los consabidos por repetidos «motivos personales», más cuando la renuncia se hace pública un martes a las diez de la noche, con nocturnidad y casi alevosía. ¿Qué costará reconocer las cosas desde el principio? ¿No hubiese sido mucho más honesto y hasta valiente para la socialista Purificación Vives anunciar su dimisión haciendo públicas las auténticas causas de la misma? ¿No sabía ya entonces la intención de una empresa que se considera perjudicada por su gestión de hacer pública la denuncia sobre la situación de ilegalidad de una mercantil de su marido? Se hubiera ahorrado un ridículo clamoroso. Flaco favor se ha hecho ella misma y le ha hecho a su partido. Ahora le toca al gobierno municipal de Elche depurar responsabilidades en el área de Aperturas y ponerse a trabajar para aclarar la situación de las al parecer cientos de empresas en situación irregular. Las mentiras tienen las patas muy cortas.
