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Francisco Esquivel

El reflotamiento

Aunque lleva días empapándose, el Juan Antonio Gisbert que hoy jura cargo al frente del Puerto es el de toda la vida. Es que como pregonó que no iba a meterse en ningún fregao, igual han pensado que es otro. Se trata del mismo. Bien es verdad que Ximo Puig lo quería comandando una conselleria de postín y que se negó esgrimiendo razones personales para no dejar Alicante por lo que, cuando el president dio un giro, la escapatoria menguó. Se salva porque reconoce que lo dijo. Menos da una piedra.

De entrada, el exdirector general de la Cam buena no llega sobrado de apoyos. Aseguran que, dada su querencia, Echávarri propuso para la tarea al hijo de Rico Pérez con un resultado perfectamente descriptible. Al parecer tampoco le hubiese hecho ascos a Perfecto Palacios quien, a pesar de sus intereses en la zona, contó con el favor de un grupo de empresarios que ignoro si sabían que a su candidato -conocedor del paño- el que le hace tilín es el Puerto de Valencia. Tratándose de un alicantino de pro, da un índice de lo chungo que lo tiene éste.

No obstante, si alguien ha demostrado capacidad para darle la vuelta al calcetín es Gisbert. Seguro que ha hecho ya el chequeo, que ha constatado que Oami, uni y demás están por dar un impulso a base de proyectos y que ha contactado con Aurelio Martínez en el de Valencia para ver si, tras el paso de ambos por el Ico, lo ayuda en alguna película.

Pero por razones obvias, el consistorio de Alicante cuenta con un papel primordial en el reflotamiento. Y qué pinta, madre mía. Sabedor de que la nueva Autoridad es poco manejable, Echávarri no lo quería ni en pintura y menos desde que, en víspera electoral, Gisbert dijera que no podía opinar sobre él porque no lo conocía. Visto cómo se llevaba Lassa con Cuesta y Castedo con Ripoll, lo mismo se trata de fomentar la tradición.

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