Desde hoy sabemos que algo que se nos dijo por activa y por pasiva que era imposible, sólo era mentira. El edificio del Casino que hay en el paseo del Puerto va a modificar su estridente fachada, más propia de Las Vegas que de una singular zona urbana en una capital de provincia, y optará por una más discreta y elegante. Aleluya. A los alicantinos no les gustaba; a los turistas, tampoco, y hasta la empresa que gestiona el negocio reniega de ella. ¿Entonces? El alcalde, Gabriel Echávarri, se apunta el tanto y exige ahora al Puerto el traslado del tiovivo y la réplica del galeón que no quiso Málaga y Ripoll nos coló de rondón. ¡Ay, si fuera verdad! ¿Imaginan? Un frente marítimo despejado que permitiría a Alicante ser más ciudad. Como mi compañero F. J. Benito señala con buen tino, todo dependerá de si es posible o no rescatar las concesiones.
