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Quiero felicitar a Carolina Punset. Igual le da algo porque tiene propensión a sentirse perseguida. Pero si camino de las autonómicas -nosaltres también tuvimos- se llevó su merecido gracias a la indefinición elevada al cubo de la que su formación hizo gala en un buen racimo de materias empezando por la ideológica, es justo reconocer que empiezan a mojarse. Nunca es tarde.

La portavoz de Ciudadanos en las Corts ha presentado una proposición en la que, resumiendo, reclama que el Ejecutivo de Puig se cargue el Consell Jurídic Consultiu, homólogo para situarnos del Consejo de Estado. Por ella, el presupuesto destinado al invento -2,43 millones de euros- puede destinarse a cosas más provechosas puesto que la actividad se reduce a un par de dictámenes diarios que encima no resultan vinculantes. Oltra, que no pierde ripio, se mostró inmediatamente favorable a estudiar la reforma, «sin confundir la sobriedad en el entramado institucional con generar una recentralización que burocratiza y ralentiza». Ya Mónica, hija, puede ser, pero ¿cómo no va a causar perplejidad al vulgo que allí haya encontrado refugio de postín con despacho, secretaria y sueldo de conseller el inaudito Paco Camps? La constatación de que sea el único ex que se ha acogido a la medida de gracia ofrece alguna pista sobre el reducto ante el que nos encontramos. Un apartado al que se dirigen los próceres regionales en cuestiones donde el dictamen sea preceptivo conforme a ley para encontrarse entre otros con el parecer, como consejero nato que es, del sujeto que será llamado a declarar por la comisión de investigación de la tragedia en el metro de Valencia tras pasarse buena parte del mandato al frente de los destinos de la Comunitat esquivando cualquier responsabilidad en el asunto. Sin embargo, qué poco le costó subirse al otro tren. Nada.

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