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Juan José Millas

Quitarse de conducir

Gran parte del éxito popular del automóvil continúa apoyado en lo que simboliza, aunque se haya convertido en un estorbo. He ahí un símbolo mustio, agonizante, un símbolo en vías de extinción. Si uno hace números, el automóvil en propiedad sale por un ojo de la cara. Hay que comprarlo, claro, pero luego es preciso mantenerlo, lo que cada día es más caro. Tienen que aparecer, quizá estén apareciendo ahora mismo, formas de propiedad colectiva que nos liberen de su esclavitud. El automóvil ya no representa la idea de libertad individual de mi juventud, cuando lo primero que queríamos hacer al cumplir los 18 era irnos de la casa de nuestros padres y sacarnos el carné de conducir, no sé si por este orden.

También ha dejado de simbolizar la potencia sexual. Ahora, resultan dramáticos los hombres que siguen confundiendo su vehículo con su pene. El automóvil es, literalmente, un trasto que llena las calles de chatarra y el aire de CO2 y que nos obliga a tener un garaje cuando apenas tenemos cocina. Puedes prescindir del garaje, claro, pero te dará más disgustos al aire libre que encerrado.

Conozco a muchos jóvenes a los que ni se les pasa por la cabeza sacarse el carné de conducir y a los que resulta difícil explicarles por qué a nosotros nos provocaba tanta ansiedad no tenerlo. El coche ha dejado de ser una herramienta práctica para convertirse en una tortura que además, tarde o temprano (siempre en el peor momento), te dejará tirado. Sobran coches por todas partes. Con el mío, nos podríamos arreglar tres familias y con el de mi vecino otras tres. Bastaría con que nos pusiéramos de acuerdo. Los avances de la economía colaborativa tendrán, creo, un efecto letal sobre la producción de estos trastos. Se trata de un sector tocado, aunque él aún no lo sabe.

En Alemania, uno de cada siete puestos de trabajo depende directa o indirectamente de la industria automovilística. Nos hemos enterado de ello a propósito del escándalo de Volkswagen. Los gobiernos no se han percatado de que la gente está intentando quitarse del coche como el que intenta quitarse de fumar (y lo consigue). El automóvil también mata, más que el tabaco, y en parte por las mismas razones.

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