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Juan R. Gil

Pierde Rajoy

El resultado de las elecciones celebradas ayer en Cataluña supone una pésima noticia para el PP, en general, y para Mariano Rajoy en particular. El problema es que la inoperancia del líder popular y la locura en la que los jefes independentistas están instalados lleva a que los platos rotos los pague España.

El PP perdió ayer ocho escaños y quedó como una opción irrelevante en el nuevo Parlamento catalán. Ciudadanos se convierte en la segunda fuerza política en Cataluña y los socialistas catalanes consiguen burlar el varapalo que les vaticinaban y mantenerse como primer partido de la izquierda gracias, en buena medida, a que Podemos, que concurría a estos comicios con Iniciativa per Catalunya, hermana de Izquierda Unida, se desinfla. En el campo independentista, Junts pel Sí y la CUP suman mayoría absoluta en escaños, pero no logran imponerse en votos y Artur Mas, por mucho que anoche aparentara estar de fiesta, sabe que queda tocado porque necesita que la CUP le vote para ser investido presidente, no vale con la abstención, y la CUP ha dicho que no lo hará. ¿Qué quiere decir todo esto?

Que Ciudadanos se aupa tras esta convocatoria como una referencia de voto útil en toda España, no ya en Cataluña. Si son los líderes del centro-derecha allí, ¿por qué los ciudadanos no van a contemplarlos también como tales a escala nacional? Y que, por su parte, el PSOE, a pesar de la cortedad del discurso de Pedro Sánchez, demostrada una vez más en la jornada de ayer, salvados los muebles en las elecciones catalanas, también aparece como alternativa de voto útil para la izquierda en todo el territorio nacional. Podemos ha pinchado y eso beneficia a los socialistas. Se mire por donde se mire, con unas elecciones generales a la vista para las que la última encuesta válida será el recuento catalán, el PP pierde.

Pero lo peor para Rajoy es que su posición no ha servido para nada. La herida, como titula hoy abriendo su primera página este periódico, sigue abierta. Mas, Junqueras y los suyos, pasadas las primeras semanas en las que se discutirá la presidencia de la Generalitat, seguirán con su hoja de ruta para la secesión. Frente a eso, Rajoy, que empezó por perder la batalla de la propaganda y consintió que los soberanistas convirtieran estas elecciones en un plebiscito sobre la independencia, no fue capaz ni siquiera de comparecer en la noche de ayer ante los españoles. Llamó a los líderes mundiales en su apoyo, desde Obama a Sarkozy, Cameron o Merkel, pero a la hora de la verdad dio la espantada.

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