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La convivencia entre el coche y la bici en las grandes ciudades se nos antoja tan difícil como la del insecto palo y el elefante en la naturaleza. Lo curioso es que se va logrando gracias a la capacidad de mímesis del ciclista, que se adapta a un paisaje francamente hostil cuando no declaradamente antagonista. Lo decía mi madre:

-Hijo, lleva cuidado, que en la bici el chasis eres tú.

Lo de ser un chasis me impresionaba vivamente por la posibilidad de las abolladuras. Siempre tuve un respeto enorme por este término, abolladura, que se aplicaba, además de a la chapa de los coches, al hierro de las cacerolas y las sartenes. Pero yo, más que como un chasis, me veía como un insecto palo, no ya por el aspecto de mis piernas y mis brazos, tan delgados, sino por las formas alambicadas de la bicicleta sobre la que me mimetizaba con el entorno. Nunca me atropellaron, seguramente por piedad, pero volvía a casa con la cara sucia y los pulmones llenos de CO2, o lo que quiera que suelten los tubos de escape. Me desintoxicaba, ¡qué tiempos!, con un Camel.

Lo que acabamos de averiguar sobre el Volkswagen no va a facilitar la convivencia de la que hablábamos al principio. La boca y las narices del ciclista son como sumideros por los que penetran los restos de la combustión de estos vehículos que nos venden como el no va más del respeto a la naturaleza. Si pudiéramos unir las vías respiratorias de todos los ciclistas de una ciudad como Madrid o Barcelona, nos saldría una alcantarilla más pestilente que las del subsuelo.

Lleva razón, pues, el gran jefe de la marca alemana al decir que «la hemos cagado». No sé si lo ha dicho en inglés o en alemán, pero todos los que la han traducido al español coinciden en la cagada. El problema es dónde venían cagándola. Yo se lo digo: en los pulmones de los ciclistas ingenuos que cuando veían un Volkswagen se colocaban detrás de él en la creencia de que sus emisiones eran más limpias que las de los otros. Ahora sabemos que no eran emisiones sino defecaciones. Lo ha dicho el mismísimo consejero delegado de la marca, que increíblemente (busquen las fotos) tiene cara de culo. Hijo, lleva cuidado porque en la bici tú eres el retrete.

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