Con la presencia de la plana mayor del Partido Popular hace unos días en la boda de Javier Maroto y su novio Josema Rodríguez, termina en España de manera definitiva la polémica que la derecha española venía arrastrando sobre la validez del matrimonio homosexual como consecuencia del recurso presentado en su día por el PP ante el Tribunal Constitucional en contra de la Ley 13/2005, ley que modificó el Código Civil a los efectos de permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Recordemos que con ocasión de la aprobación de esta ley, España no sólo permitió las bodas a cualquier persona que quisiese hacerlo, con independencia de su orientación sexual, sino que, sobre todo, se hizo justicia a la memoria de todos aquellos que durante años, y muy especialmente durante el franquismo, sufrieron humillaciones, maltratos y persecución por su condición sexual. Fue el colectivo de gays y lesbianas especialmente perseguido por el aparato policial franquista durante la dictadura en connivencia con la jerarquía de la Iglesia Católica, muy empeñada esta última en dirigir la vida privada de los españoles, que jugó un papel fundamental en el adoctrinamiento que el franquismo pretendió hacer en la sociedad española, tratando de borrar todas las libertades que se habían conseguido durante la II República Española.

Recordemos, también, las manifestaciones que se llevaron a cabo por los contrarios a la llamada ley de matrimonio homosexual que fueron presididas por la plana mayor del Partido Popular, participando en ellas un buen número de sus miembros pertenecientes al Opus Dei y dirigidas por el entonces arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, cuya beligerancia contra esta ley, que vino para dar carta de naturaleza a un hecho que para buena parte de la sociedad era una realidad aceptada, dejaba entrever lo más rancio de la Iglesia y de la tradición clasista española. Rouco Varela, especialista durante el tiempo que duraron los Gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero en enfrentar a unos españoles contra otros, impuso en la Iglesia Española un mandato episcopal contrario y lleno de resentimiento hacia los homosexuales y todo aquello que significase el libre ejercicio de la libertad por parte de los ciudadanos. Y esto es algo que siempre nos ha extrañado mucho, me refiero al hecho de que la jerarquía católica removiese Roma con Santiago en contra del matrimonio homosexual pero que sin embargo siempre haya puesto las mayores trabas posibles a las investigaciones judiciales abiertas sobre los numerosos casos de pederastia surgidos en España en el seno de la Iglesia Católica en los últimos años.

Lo que más nos llama la atención de la naturalidad, muy lógica por otra parte, con que el Partido Popular celebró la boda de uno de sus dirigentes actuales ha sido que hemos podido comprobar lo fácil que se pueden dejar atrás convicciones que parecían muy arraigadas en la mentalidad de las personas, desapareciendo de un plumazo todos aquellos argumentos en contra del matrimonio homosexual y todas aquellas pancartas que enarbolaron en su día Mariano Rajoy y miembros del PP de tendencia ultra católica, para diez años después de ser aprobada la reforma del Código Civil no hacer ninguna mención al cambio de actitud pretendiendo que la ciudadanía se olvide de la operación de acoso y derribo que se llevó a cabo contra el Gobierno promotor de esta ley. Según recoge una publicación de carácter nacional Mariano Rajoy bailó el baile conocido como La conga mientras que Soraya Sáenz de Santamaría cantó canciones de Nino Bravo.

Hasta hace no muchos años los casos de homosexualidad eran escondidos por buena parte de la sociedad española, misma actitud que también llevó a cabo el Partido Popular que se enfrenta hoy día al cambio que ha experimentado la mentalidad de la ciudadanía. Es evidente que los nuevos integrantes más jóvenes del Comité Ejecutivo Nacional del PP tienen una sensibilidad distinta que sus anteriores responsables. La nueva generación de políticos populares va superando poco a poco las cortapisas de sus antecesores en el orden moral una vez que se han dado cuenta que España ha superado las mojigaterías en materia de relaciones personales que el PP seguía arrastrando desde la dictadura franquista. Se da la paradoja, por tanto, de que mientras que en el terreno moral y de las costumbres sociales la derecha española parece querer evolucionar, siendo partidaria en la práctica del divorcio, del aborto y de los matrimonios homosexuales, en el terreno de la ética política continúan aplicando, donde pueden, las viejas tácticas de aprovecharse de los bienes públicos en beneficio propio y de hacer negocios a costa del Estado colocándose en las empresas beneficiadas por las privatizaciones que ellos mismos han aprobado.

Visto, por tanto, el cambio del Partido Popular en esta materia nos hacemos la siguiente pregunta: ¿para qué todas aquellas manifestaciones, aquellas declaraciones en contra del matrimonio gay si diez años después veríamos al presidente del partido que tanto luchó contra los matrimonios entre homosexuales bailar La conga en una boda de dos hombres?