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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Lo que no se compra con euros

Hace un par de años las instituciones donostiarras convinieron dedicar 60.000 euros a la mejora de las condiciones acústicas del Auditorio Kursaal, dado que como sala de proyecciones acusaba cierta reverberación. La sugerencia fue atendida y, poco antes de llegar la fecha del Zinemaldia, el reajuste se llevó a cabo. Este año, en las vísperas del inicio del Festival, sus incondicionales habían colapsado las páginas web para adquirir, solamente en venta anticipada, 60.000 entradas.

Partamos de esta cantidad redonda para lanzar un par de preguntas al viento. ¿Qué institución alicantina asumiría, solamente para mejorar la acústica de una sala con uso cinematográfico durante 9 días al año 60.000 euros? ¿Acaso nuestro Auditorio del ADDA, en ciertos actos con sonido amplificado, no merecería revisiones y mejoras? Ítem más. ¿Ha existido alguna vez en Alicante algún evento que suscite la curiosidad y el interés de sus habitantes hasta el punto de vender 60.000 entradas por adelantado y más del doble durante su celebración?

El viernes 18 de septiembre, jornada laborable, 1.800 espectadores llenaron hasta la última butaca del Auditorio Kursaal para asistir a la proyección de la primera película de esta edición. Los periodistas locales les llamaban cariñosamente «rentistas», por su aparente condición de desocupados. ¿Tendré la fortuna de ver en mi ciudad una cola kilométrica (sí, la que se formó frente a la playa de Zurriola lo era), una mañana de día laborable, a las puertas de un evento cultural, la proyección de una película, de una representación teatral, de un concierto o una exposición?

Este martes, mientras en Alicante «padecíamos» los 34 grados del aire caliente sahariano, por San Sebastián tronaba y llovía a mares. Pero los cines estaban llenos. Los de siempre y alguno más. Me pregunto, con los dientes larguísimos, cuándo vamos a gozar en Alicante de una nueva de proyección pública como la de Tabakalera donostiarra, inaugurada esta semana. Negra e impoluta. De la misma calidad que la de la Cineteca madrileña. Aquí a lo del tabaco le llamamos Cigarreras. Y algunos hasta se creen que es lo mismo. Porque proyectan. Porque programan. Ay.

No sé, pero no creo que lo vea. Aquí seguimos con lo mismo. El bueno de José Luis Moreno nos visitó el martes, representando a Culturarts. Y nos adelantó que llegará el día en que esa «Filmoteca» que tiene sede en una sala multiuso en la que lo mismo se da magia, que infantiles que variedades, pasará a tener una sesión de noche. Y más todavía, que llegará el momento en que podrá proyectar hasta dos días a la semana. Viniendo del más profundo pozo de la miseria, todo un potosí.

Y prometió Moreno una producción teatral junto a los otros coliseos alicantinos, y el pobre no parecía intuir que en esos otros coliseos no hay euros que valgan; que ellos pueden poner toda la ilusión y el empeño del mundo, pero si hablamos de una cantidad económica, pues va a ser que no; y entonces tuvo que matizar que será producción, (no coproducción), pero será.

Las noticias relacionadas con Ciudad de la Luz nos dan cada día titulares con cifras, subastas, pliegos, negociaciones, política, pero hace mucho, muchísimo, que no se habla ni una palabra de cine, hace mucho que esa entelequia de «gran proyecto temático» dejó de pertenecer al ámbito de la cultura, para engrosar, como mucho, el de tribunales.

Para el cine Ideal no hay ni una propuesta. En el segundo aniversario de la defunción del Festival de Música Contemporánea nadie ha recordado al muerto. Y más, y más, y mucho más. Nos falta dinero. Ya saben que nuestros ayuntamientos dedican más millones de euros a pagar deuda a los bancos que a costear servicios sociales. ¿Dónde vamos, pues, los de la cultura? Pero resulta que además de dinero nos falta lo que otros poseen: inquietudes, sensibilidades, necesidad de ser algo más que trozos de carne que beben y tardean, todo eso que no se puede comprar con euros. Y eso sí es una desgracia.

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