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El PP está en coma y C's no sabe dónde está

Tan grave es que no haya gobierno, como que no exista oposición. En el caso de Alicante, ambos males han caído sobre la ciudad como una maldición.

Desangrado por la batallas internas derivadas de los escándalos de corrupción, con su credibilidad por los suelos, el PP compuso una mala candidatura en Alicante y llevó a cabo una campaña aún peor, a pesar de que el partido pensaba que podría conservar la Alcaldía. Un colchón tan grande como el que le suponía disponer de 18 concejales sobre un total de 29 le hacían acariciar esa idea. Fue el partido más votado, pero perdió diez actas y sacó sólo ocho ediles, lo que le llevó a la oposición sin esperárselo, porque había descontado un fuerte varapalo pero no tal debacle. Desde el 28 de mayo, el partido que se enseñoreó de Alicante durante cuatro lustros está en coma profundo. No hay pulso, no hay vida. Estos cien días no le han servido para adaptarse a su nuevo papel, ni al PP ni a su portavoz, la exconsellera Sánchez Zaplana. Por ahora, nada indica que el enfermo vaya a despertar. Eso sólo ocurre en el cine.

En cuanto a Ciudadanos, no hay por dónde cogerlo. Stricto sensu no es oposición, puesto que mientras vilipendiaba a Compromís votaba a favor de la investidura de Echávarri, es decir, apoyaba un tripartito de izquierdas. En estos cien días, cada vez que por casualidad un acontecimiento le ha pillado trabajando, su portavoz, José Luis Cifuentes, ha seguido apoyando al alcalde, que lo utiliza para amenazar a Pavón y Bellido. C's podría promover la sustitución como portavoz de Cifuentes por el diputado provincial Sepulcre, pero éste exigiría mantenerse en los dos sitios para no ver reducidos sus emolumentos. Así de pedestre es la cosa.

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