Hay una cuestión preocupante de la gestión que del poder está haciendo el alcalde Echávarri. Y es su obsesión por crearse enemigos en lugar de tejer alianzas que beneficien a una ciudad que precisamente estaba harta de ir aislándose como consecuencia de los escándalos de su ayuntamiento en la etapa anterior. Echávarri busca todos los días el enfrentamiento con la Generalitat. Pero no queda ahí la cosa: ha recibido a cañonazos al nuevo presidente de la Autoridad Portuaria, ha mantenido una actitud prepotente con el rector de la Universidad de Alicante y con el presidente de la OAMI, ha perseguido desde el arranque el combate con la Diputación y ha demostrado su nulo interés, pese a las apariencias, por establecer un entendimiento necesario con Elche. No trata de defender los intereses de Alicante, es puro complejo. Ángel Franco no lo hubiera hecho distinto ni mejor.
