Hemos podido leer, con satisfacción y asombro, los gestos de solidaridad, realizados por Manos Unidas, el pasado año. Recuerdo a todos que Manos Unidas es una organización dependiente de la Iglesia, dedicada a la ayuda a las personas muy pobres. El año pasado dedicó casi 40 millones de euros (39.806.408) a financiar 608 proyectos en África, América y Asia, continentes en los que abunda la miseria. ¿Qué clase de proyectos eran? Sabemos que 94 proyectos estuvieron dedicados al sector agrícola, 224 al sector educativo, 116 al área sanitaria, 95 a la promoción social y 79 a la promoción de la mujer. En suma, se beneficiaron 2.544.352 personas, pertenecientes a 57 países africanos, americanos y asiáticos. ¿De dónde pudo sacar Manos Unidas esas enormes cantidades, dedicadas al beneficio de los muy pobres? Manos Unidas nos dice que 43 millones de euros provinieron de fondos privados, y solo 12,9 % del sector público. Es un dato muy satisfactorio pues significa la gran generosidad de sus socios (40% de los ingresos) y el buen resultado de las colectas realizadas por la Iglesia con esta finalidad (26% de los ingresos) y las herencias dejadas a Manos Unidas por personas fallecidas (11,7%). El Estado también intervino aportando 5.565.488 euros. Sabemos que el 91,6% de los ingresos de Manos Unidas se destinaron directamente a luchar contra el hambre, la pobreza y la exclusión social. Todos estos datos, publicados por Manos Unidas, nos dan a entender que, a pesar de tantos despilfarros como sabemos que se dan en el mundo actual, y de tanto dinero malgastado en contiendas, armamentos y vicios, como las drogas, etc., afortunadamente hay también muchos miles de personas y muchas organizaciones, que, en nuestro tiempo, se dedican a hacer el bien y remediar toda clase de necesidades. Creo que la publicación de todos estos satos puede animar a muchas personas a ser generosas y solidarias, frente a tanto vicio y despilfarro, que sabemos que hay en el mundo actual.