Verano acabado, buenos propósitos y una cierta propensión a crujidos óseos. Un coctel perfecto para decidir mover el cuerpo. Una ya no está para maratones, ni para bailar salsa, y prefiere optar por la gimnasia de mantenimiento. ¡Qué casualidad! Los centros sociales acaban de hacer pública su oferta. Además hay una muy interesante en el centro de El Raval, cercano a mi domicilio. Ofrece clases de mantenimiento de 19 a 20 horas y de 20 a 21 horas. Perfecto. Por si fuera poco, las clases son los lunes y los miércoles. ¡Genial!

Comento el asunto a un par de amigas, por si les interesa, y una de ellas me pone sobre aviso. «No lo conseguirás. Estos grupos de la noche están dados de antemano. Son siempre las mismas las que se inscriben», me asegura. Casi me cabreo con ella y algo ofendida le contesto: «Vamos a ver: si fuera así, la Concejalía de Deportes no se atrevería a sacar la oferta de las clases nocturnas. Sería una total desvergüenza. Estamos como siempre con la leyenda urbana de que todos los cursos están dados. Además, recogí la información en el centro social de El Raval y tengo la fotocopia en la que constan los horarios».

Tanto machaqué a la pobre mujer que perdió el tiempo, igual que yo, en ir hasta la recepción del Pabellón Municipal de Deportes Esperanza Lag, para pedir un identificador y una contraseña con el fin de poder optar a las plazas por Internet. Resulta mucho más cómodo que hacer cola, al día siguiente, en cualquiera de las taquillas de las instalaciones deportivas municipales para intentar conseguir una plaza.

Hasta aquí, la aventura encaja bien en los parámetros de los servicios que brinda una ciudad de un país desarrollado.

Henos aquí, las dos amigas, delante de nuestros respectivos ordenadores, el pasado miércoles, a las 17 horas, momento exacto del inicio de las reservas on line. No os voy a ahorrar ningún detalle. (Me alivia la cólera y la sensación de ser una pardilla). Sigo las indicaciones al pie de la letra: www.elche.es, pincho «Áreas», luego «Deportes» y por fin «Gestión de usuarios». Miro la hora. Son las 17.02 horas. Pienso: «Fijo que consigo una plaza». Le doy a la tecla. Nada de nada.

Me doy cuenta entonces de que no hay que precisar ni horario, ni centro social, sino pinchar en «todos».Son entonces las 17.05 horas. Todavía hay esperanza.

Le vuelvo a dar a la tecla y, ¡milagro¡, aparece toda la oferta en los 18 centros sociales y pabellones deportivos del término municipal. Me voy rápido a ver la del centro de El Raval y ¡horror! están registradas todas las clases de la mañana, pero han desaparecido las de la noche. Pienso: «No puede ser. Hay 50 plazas publicitadas. En cinco minutos es imposible que las hayan reservado todas». Ya me asaltan dudas. No comento nada a mi amiga para no oír «ya te lo dije».

Vuelvo a mirar la pantalla y me doy cuenta que de los 18 centros sociales y pabellones, (incluido el de El Raval en horario de mañana), están desglosadas las plazas que se ofrecen por Internet y las que se guardan para demanda presencial, al día siguiente.

Pero no hay rastro de las ofertadas y reservadas correspondientes al horario nocturno de El Raval. Miro entonces las plazas que ofertan por la tarde-noche, tanto los centros sociales de La Marina y Altabix, como las del centro juvenil de La Hoya. Están negro sobre blanco y detalladas. ¡Cuidadito con el tema! Tengo que precisar que seguí la evolución de la oferta a lo largo de la tarde. Todo se desarrolló con normalidad. Las únicas plazas que siguieron desaparecidas en combate, fueron las nocturnas de El Raval. Hice, incluso, un pantallazo para que nadie me negara lo que estaba viendo.

¿Qué pasa en mi barrio? Espero que me lo explique alguien. No quisiera pensar que se producen fenómenos paranormales en el centro social de mi barrio o en la Concejalía de Deportes. A mí, sinceramente, lo esotérico no me va. Soy muy racional y me cabrea mucho la falta de transparencia.

Conclusión: Mi amiga tenía razón. No he conseguido la plaza. Ella, tampoco. A ver si alguien, por ejemplo del Ayuntamiento, la desmiente y me demuestra que las clases no son siempre para las mismas. Me siento tan imbécil que soy capaz de presentarme el primer día del curso de gimnasia y preguntar a las agraciadas cómo lo consiguieron. Para chula, yo.