España se ha beneficiado de un trío de factores positivos temporales durante el último año: un euro débil, bajos precios del petróleo y una pausa en la austeridad fiscal. Así que las previsiones oficiales podrían estar equivocadas al pensar que la economía puede mantener su reciente ritmo de crecimiento.

Tras volver al crecimiento a mediados de 2013, la economía ha cogido velocidad. En el primer trimestre, el PIB aumentó un 2,7% en tasa interanual, mucho más que el 1% de Alemania. Además, los últimos datos sugieren que el PIB español podría acelerar hasta el 4%.

España ha hecho claros procesos en solucionar las causas subyacentes de su crisis. Después de la recapitalización y la reforma del sistema bancario, las condiciones financieras han mejorado mucho. Tanto las empresas como las familias han reducido sus grandes deudas e incluso los precios de la vivienda están subiendo de nuevo y además las exportaciones españolas han ganado mucha competitividad después de varios años de moderación salarial y reformas estructurales. Las exportaciones subieron un saludable 5,7% en el 1T, por encima del 4,3% registrado en Alemania.

No obstante, durante el último año, España también se ha beneficiado de varios factores temporales positivos, que serán menos importantes en los próximos años: la depreciación del euro, la bajada del petróleo y menos austeridad fiscal. En este sentido, la depreciación del euro ha ayudado a la competitividad española. Una caída del 5% en el euro aumenta el PIB de la zona euro en 0,3 puntos el primer ño y en 0,2 puntos el segundo.

Además, la bajada del petróleo ha restado 1 punto a la inflación anual del 1T. Como el consumo supone el 55% del PIB, una subida del 1% en la renta real disponible puede aumentar el PIB en 0,5 puntos.

Por otra parte, una pausa en la consolidación fiscal también ha ayudado a la demanda doméstica y puede haber aumentado el PIB en 0,9 puntos. Pero dado que el déficit puede rondar el 5% este año, la ruta de consolidación fiscal deberá continuar tras las elecciones generales.

La conclusión es clara: poniendo todo esto en conjunto, los factores temporales podrían haber aumentado el crecimiento anual del PIB entre 1,5 y 2 puntos en el último año, más de la mitad del 2,7% registrado en el 1T.

Por supuesto esto son sólo cálculos, pero podemos afirmar que la recuperación es menos robusta de lo que parece. En la elaboración de su presupuesto y en su programa de reformas, el Gobierno no debería apoyarse en estas tasas actuales de crecimiento del PIB.

A todo esto hay que añadir que la deuda puede poner en peligro la actual recuperación. A pesar de la magnitud de los ajustes, el Gobierno no ha podido controlar el abultado endeudamiento de las administraciones españolas, un problema estructural que puede tener graves consecuencias a medio plazo. La deuda pública del Estado, que supera el billón de euros, ha crecido el 60% en los últimos ocho años, mientras que el endeudamiento de empresas y familias no se ha corregido lo suficiente. Resulta muy probable que este año se incumpla de nuevo el límite de déficit.

En todo caso, pese a que el cuadro macroeconómico muestra una progresiva mejoría, la economía española aún presenta puntos débiles, como es el elevado desempleo y el alto nivel de endeudamiento público y privado. En el primer caso, el Banco de España espera una reducción de la tasa de paro el año que viene, cuando podría quedar en torno al 20% -ahora es del 22,37%-, mientras que en el caso del incremento de la deuda la situación sigue sin estar controlada y puede poner en jaque la salida de la crisis.

Entre 2007 y 2011 el Gobierno del PSOE elevó la factura en unos 260.000 millones, y el Ejecutivo popular lo ha hecho esta legislatura en más de 300.000, rompiendo el techo del billón de euros. Los fuertes recortes del gasto, que han afectado a servicios básicos como la sanidad, la educación o las pensiones, no han detenido la sangría. Al contrario, los recortes en prestaciones y salarios han contribuido a hundir aún más la recaudación.

España tiene un importante problema. Aunque las empresas y las familias sí han logrado bajar la factura en los últimos años, no lo han hecho lo suficiente y este apartado puede generar problemas en el futuro.