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Cuestión de estado

Si ninguna contramoción lo impide -lo que en la actual coyuntura municipal no es descartable-, el puente de San Jorge tendrá dos carriles; o sea, que volverá a los orígenes, pero con un matiz: un carril de entrada y otro de salida. En la reforma de 1986 se habían previsto sólo dos viales de entrada al centro, pero los comerciantes se rasgaron las vestiduras y el Ayuntamiento dio marcha atrás habilitando un tercero en sentido opuesto. Ahora habrá dos carriles, es cierto, uno en cada dirección, pero habría que preguntarse si es razonable, si el conductor gana tiempo con respecto a la ruta por Cervantes o, lo que es más importante, por el nuevo puente Viaducto-Zona Norte.

Es evidente que lo de los tres viales tenía que haberse finiquitado hace tiempo, porque no eran reales: sus dimensiones impiden que tres vehículos circulen a la vez, y no digamos el autobús. Por ello, bienvenida sea la reforma -la «improvisación/ocurrencia» de que habla Rafa Miró- que aportará un poco de sensatez. La retirada de los pretiles, además, dará una sensación de amplitud que quizá debería extenderse a los otros puentes urbanos.

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