¿Qué tienen que ver estas tres palabras entre sí, siendo, como son, tan antagónicas? Porque Rajoy poco o nada tiene que ver con la Filosofía y bastante menos con la inmigración, a la que ha ignorado olímpicamente hasta que ha llegado la campaña electoral catalana y a la que sus ministros han tratado como si fueran una inversión monetaria en espera de obtener beneficios, indiferentes todos ellos al aspecto humanitario del problema. Entonces hemos de concluir que nada tienen en común.

Pues bien, esta conclusión, tan lógica y tan evidente, es errónea. Porque tienen bastante en común. Rajoy, populista donde los haya, solo tiene en su mente una sola cuestión a la que dedica todos sus esfuerzos y desvelos: ganar las elecciones. Y si para eso ha de decir una cosa y su contraria, la dice sin despeinarse; y si para eso ha de decir aquello que los demás quieren o queremos escuchar, lo dice igualmente; y si para ello ha de utilizar a la prensa de derechas y al ente público TVE, por no hablar de otras cadenas privadas de su cuerda, para que manipulen las noticias hasta la náusea, las utiliza sin rubor alguno, pues el servilismo de estas entidades hacen posible tal manipulación. Y ahora el argumento estrella, común a todos los populistas y a todos los líderes fascistas que en el mundo han sido y que solo detecta la Filosofía: para cada problema, buscar un chivo expiatorio, es decir, algo o alguien contra quien cargar las culpas. Los judíos, la peste, las brujas€ o Zapatero; da igual. Lo importante es que haya un causante de nuestros males; lo eliminamos y problema resuelto. Así ha actuado el PP y así quiere seguir actuando. Ahora, Mas es el problema de Cataluña. Ayer ZP fue el problema de España. Los hechos han desnudado el argumentario del partido de derechas, mostrando sus vergüenzas, sus mentiras y descubierto para quienes realmente gobiernan. Contra los inmigrantes dicen lo mismo: no caben todos, colapsan la Seguridad Social, tienen más derechos que los españoles, pasan por delante de nosotros en el uso médico, en la obtención de plazas de colegios, etcétera. Son la causa de nuestra inestabilidad social. Rajoy se pone a la misma altura que Le Pen al utilizar tales argumentos, falsos y mentirosos donde los haya.

Es necesario que hagamos sinceros análisis de la situación, no mintamos a los ciudadanos, no los consideremos tontos o poco informados, que nos vamos a tragar cualquier milonga que nos cuenten. Ahí está el caso de los trabajadores de TVE denunciando una y otra vez la manipulación descarada de este ente público. Ahí están los miles de parados que desmienten cada día la milonga de la recuperación económica. Ahí están los cientos de ciudadanos sometidos a minusvalías, que esperan en vano sus ayudas económicas y asistencias de calidad. Ahí están los mejores cerebros de jóvenes que han tenido que irse de este país porque a los políticos de derechas no les interesa invertir en investigación; sí en toros y en procesiones de Semana Santa y otras fiestas populares, en sol y playas. En fin, la herencia de la derecha va a ser demoledora, triste y ruin; son los campeones de aquella postura anti-ética: el fin justifica los medios. Y de aquella otra: demos el mundo a los ricos y esperemos sus migajas para poder seguir subsistiendo. Esperemos que las próximas elecciones los ciudadanos sepamos poner a los políticos en su sitio.