¿Nos recuperamos... o nos siguen comprando en lugar de vendernos? Y ahora que decimos que nos recuperamos, y ahora que la gente deseamos creer que nos recuperamos, y ahora que parece que nos recuperamos... y ahora que no sabemos bien si nos recuperamos, la cuestión es ¿qué vas hacer ahora? ¿Vas a aprender del dolor y el desespero? ¿Hemos aprendido algo de todos estos años?

Tuvimos años de bonanza en los que hubo mucho crecer de empresas sin estructura, sin procesos, en la que se nos compraba no vendíamos, y ello creaba poco valor añadido, y cuando una empresa no da valor añadido está en la zona de riesgo y lista para salir expulsada al primer vaivén. Ahora muchas instituciones sacan pecho y presumen del crecimiento de las exportaciones pero... ¿nos hemos parado a pensar en ello? Si volvemos a caer en el error de hablar solo de cifras, y no «rascamos» más allá, estaremos incurriendo en errores del pasado, pues si tan solo nos compran porque nos hemos vuelto competitivos a base de precios más baratos, es que no hemos aprendido gran cosa y recordemos que «de estos polvos aquellos lodos». Y si además esa competitividad perjudica al sostenimiento de la sana competencia, con fraude laboral por acordar servicios sin dar de alta o pagando en el famoso B, pues nos hacemos de nuevo un flaco favor.

No quiere decir esto que no existan empresas españolas que no estén haciendo los deberes, no. Muchas empresas tenemos en este país que aportan valor añadido y que suman al mercado soluciones, innovan, incorporan su grano de arena, y además lo hacen con buen gobierno y seriedad. Ahora bien, es un error, permitir caer en la falsa sensación de los números o enarbolar la bandera de «buenas empresas» que ahora todos la hacemos propia, cuando quizá si hablásemos sin micros con sus fundadores nos explicarían que muy pocos le ayudaron, algunos se rieron de ellos, y muchos, muchos los abandonaron en los momentos duros, por aquello que de que no se les relacionase con el «apestado» que tiene heridas que suturan. Y que finalmente se curaron ellos solos.

El mercado internacional es necesario, el mundo se ha hecho plano, y la globalización ha hecho del comercio mundial un solo campo de juego sin demasiadas horas de diferencia de una punta a otra. Y ello tiene partes positivas y negativas. Ahora bien, si solo nos alegramos cuando aumentamos en número de surfistas, que como mercado español tenemos cogiendo olas en el mar del mercado exterior, y lo peor, cogemos las olas del bajo precio, del turismo barato... Entonces debemos parar y analizar qué estamos haciendo como empresas y empresarios, si hemos aprendido algo, y si vamos a tomarnos en serio el dolor pasado para hacer de nuestras actividades disparaderos de innovación, valor añadido, que valoren el conocimiento y el talento, y si queremos hacer más y mejores empresas con mayor longevidad y resistencia a las tormentas capaces de navegar en cualquier mar, o si por lo contrario nos quedaremos de nuevo en lo fútil de los números de exportación, que dicho sea de paso, en muchas ocasiones ni siquiera son tan significativos como se nos vende. Como ejemplo, tan solo una carpintería de una localidad de un estado de Estados Unidos que tuve el placer de visitar facturaba 35 millones de euros, en un entorno de escaso millón de habitantes, y en cambio hay quien quiere vender que si las exportaciones a nivel mundial suben unas decenas de millones de facturación en todo un sector es un éxito.

Aprendamos, que las empresas se generan con valor añadido, innovación y estrategias a medio y largo plazo, no se trata de vender productos, se trata de vender y construir empresa y marca. No se trata solo de exportar contenedores, se trata de ganarle un trozo de tierra a favor de nuestras empresas internacionalizando valor, y ejemplos de esto en España tenemos y muchos. ¿Harás de tu empresa una de ellas en tu proporción? Al menos tan solo tomemos unos instantes para mirarnos con humildad y autocrítica, que es sana y aunque duele, cura y hace crecer.