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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Padillistas y sanguinistas

Somos teatreros, qué le vamos a hacer. De los que contamos los días que restan para conocer la programación de nuestro querido Teatro Principal, algo que ocurrirá este viernes 11 de septiembre. Las programaciones de los coliseos se confeccionan con muchísima antelación. En el Teatro Español de Madrid, que es como la madre de todos los teatros públicos, hace más de un año que tomó las riendas Juan Carlos Pérez de la Fuente, y todavía se nota la herencia de su antecesor, Natalio Grueso.

La cuestión es que, fruto del relevo acaecido en el coliseo alicantino, el nuevo director artístico Paco Sanguino, nombrado el 2 de septiembre, será el encargado de presentar la programación del cuatrimestre heredada por la anterior directora, Mª Dolores Padilla. Y no será hasta el próximo periodo febrero-junio cuando se vea su impronta, su nueva hoja de ruta traducida en títulos, compañías.

A mí, sinceramente, me gustaría que hubiese polémica. Entendida ésta como termómetro indicador de que el teatro interesa, el teatro enciende pasiones, y como todo acontecimiento social relevante, es capaz de generar comentarios, diversidad de opiniones en la sociedad civil a la que se dirige.

En los últimos meses, por ejemplo, he seguido con cierta envidia el enorme eco mediático suscitado por el Elche (el equipo de fútbol, huelga decir) saltando de las páginas de Deportes a las de portada un día sí y otro también. Generando debate. Sacando literalmente a la gente a la calle. Marcando la agenda diaria. No digo yo que los del teatro seamos así. Tan extrovertidos. Pero un poco de pasión tampoco nos vendría mal.

De ahí que no vería con desagrado que, pase lo que pase durante los próximos meses, durante este cambio en las líneas de programación del principal coliseo de la provincia (dicho sea con todos los respetos al Arniches, al Gran Teatro, al Chapí, al Castelar y a todos los demás, tan imprescindibles) se suscitase un debate saludable, la mejor señal de que el teatro está más vivo que nunca, imbricado en la sociedad. Que los alicantinos de la capital y de las comarcas se expresan. Opinan, apoyan, discrepan. Sería fantástico que las redes sociales se incendiaran, como se dice ahora, con los comentarios de los «padillistas» y los «sanguinistas». E incluso de quienes somos capaces de entender y empatizar con ambos sin estar locos.

No hace falta irse muy lejos de Alicante para llegar al Teatro Circo de Murcia. No digo que su programación sea la mejor posible, pero sí convendremos que ahí contamos con un buen ejemplo de oferta variada y de calidad. Esa que entendemos acorde con lo que se espera de un teatro público. Pero, claro, hay un detalle importante. Eso cuesta dinero. Implica el apoyo incondicional de las instituciones públicas. Y no hay más misterio ni mayor secreto. Tener buen gusto y mejor criterio no es tan difícil. La directora saliente, Mª Dolores Padilla, lo ha demostrado tras nueve años de gestión impecable. Sanguino tampoco tiene nada que demostrar. Ahí está su currículum.

Que corra el dinero, pues (ay, esa deuda contraída años ha por el Consell) y, por supuesto, que haya debate. Cualquier cosa menos indiferencia y dejadez. El teatro está vivo. Viva el teatro.

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