Cuando contemplamos las desgarradoras imágenes del éxodo de pueblos enteros desplazados a causa de las grandes guerras que asolaron a Europa durante el pasado siglo, un escalofrío nos recorre la espalda y nos atenaza el alma, y pensamos que ahora las cosas serían distintas. Pensamos que ahora los gobiernos y los pueblos se unirían con una sola voz ante la barbarie sin pararse a discutir si son galgos o podencos, como las proverbiales liebres de la conocida fábula. Pero lo que la realidad nos muestra es algo bien distinto. Mientras miles de hombres, mujeres y niños mueren en el intento de llegar a una Europa que ellos imaginan solidaria y próspera, los gobiernos democráticos, de pretendidas raíces ilustradas y/o cristianas, malgastan un tiempo que se traduce en más vidas perdidas y en más sufrimiento inútil.

¿Cuántas familias españolas estaríamos dispuestas a acoger provisionalmente a un inmigrante? Alguna habrá con recursos y voluntad necesaria para hacerlo. ¿Cuántas familias inglesas, francesas, italianas, suecas, alemanas, danesas, etcétera, etcétera, estarían dispuestas a hacer lo mismo por no tener que soportar el horror de un escándalo que hace temblar los fundamentos básicos de nuestros principios y cuestiona hasta la médula nuestra supuesta identidad occidental y democrática?

¿Cuántas escuelas cerradas, iglesias vacías, aeropuertos sin uso, urbanizaciones fantasmas podrían en España y en el resto de Europa convertirse, siquiera por un tiempo, en lugares que acogieran a estos hermanos nuestros que ahora mueren engullidos por las aguas o ante las alambradas de la intolerancia y el miedo?

Sé que ésta no es una solución definitiva. Sería ideal que en sus países de origen hubiera estabilidad política que permitiera la inversión y el desarrollo económico, pero mientras esto ocurre ¿seguiremos discutiendo si son galgos o podencos?

Se dirá que no hay dinero. Pero sí hay fondos para pagar y reparar los I-Pads de sus señorías, para subvencionarles los menús, para tapar la boca a tantos y tantos paniaguados, para invertir en aire y humo, también debería haberlo para evitar tanta muerte injusta y tanto sufrimiento.

Si muchos de los que «podemos» no queremos, si muchos de los que nos «compromisamos» no nos comprometemos, si muchos de los «populares» nos olvidamos de que el pueblo y su bienestar es nuestra única razón de ser, si muchos de los socialistas nos limitamos a lucir rosas rojas y a hacer solemnes declaraciones vacías, si muchos de la Izquierda nos olvidamos de que también el mejor alfarero necesita la mano derecha para hacer una buena vasija en su torno, si muchos de los «ciudadanos» no lo somos del mundo entero, si muchos de los nacionalistas nos vamos consumiendo, como el mítico Narciso, en la contemplación de nuestro santo ombligo. Si no damos un salto hacia adelante, todos, sin diferencias de partidos ni fronteras, si no unimos nuestro clamor al de quienes sufren y les tendemos la mano, sólo somos un atajo de hipócritas y cobardes.

En las últimas horas viene circulando en la red este enlace que os indico: https://secure.avaaz.org/es/refugiados_sos_voluntarios_aylan_2/?cvHtijb que tiene que ver con la creación de un recurso de acogida desde la acción voluntaria a nivel nacional. Os invito a que también vosotros os unáis a este proyecto a fin de poner fin a esta locura.