Los rituales conforman una de las más curiosas e interesantes manifestaciones humanas. Cargados de alto valor simbólico, se articulan en torno a un conjunto de acciones basadas en diferentes creencias compartidas por la comunidad, y representan aspectos de gran importancia. Un ejemplo son los rituales que la tribu Sateré-Mawé, de Brasil, establece para considerar a sus hombres dignos, y consisten en meter la mano protegida por unos guantes en una bolsa llena de hormigas muy venenosas.

De forma similar, las tribus indígenas del río Sepik, en Nueva Guinea, determinan el paso a la edad adulta cortando la espalda, el pecho y las nalgas de sus varones. Las heridas cicatrizadas recuerdan la piel de un cocodrilo.

Las chicas jóvenes de la tribu Mentawais de Sumatra permiten que el chamán melle sus dientes, lo cual confiere a su boca una forma puntiaguda muy parecida a la boca de un tiburón. De este modo les resultan más atractivas a los varones de la región, y satisfacen a los espíritus.

Para los hindúes, los rituales que rigen el matrimonio se listan en el libro Mahabharata y, pese a que dependen en gran medida de la casta a la que pertenezcan los contrayentes, es frecuente que incluyan el intercambio de prendas, y el regalo de una vaca a la familia de la novia.

De índole bien distinta, pero rituales al fin y al cabo, son los relacionados con el Vudú. Se trata este de un arte que combina antiguas tradiciones chamánicas llevadas desde África al Nuevo Mundo durante la trata de esclavos, y presupone que la manifestación ritual de un deseo puede generar un cambio en nuestra realidad. Profundizando en estas prácticas, encontramos uno de los rituales más recurrentes: el Amarre haitiano, cuyo objetivo es seducir o atraer a la persona amada, y consta de diferentes procesos según la fuente.

En la práctica psicoterapéutica occidental, los rituales siguen teniendo un uso frecuente, ya que resultan eficaces para afrontar ciertas situaciones difíciles. Obviamente, no se les atribuye aquí ningún poder mágico ni trascendental, pero si pueden lograr grandes efectos en nuestra forma de gestionar vivencias dolosas a partir de su capacidad simbólica. De este modo, podemos ayudarnos de un ritual para superar un duelo (la pérdida de un ser querido o una ruptura sentimental). No hay reglas en este sentido. Podemos escribir una carta de despedida y luego quemarla, podemos enterrar las fotografías que conservamos del sujeto. Hay quienes encuentran en un sencillo corte de pelo, una forma de representar un cambio, una regeneración. Y es que construirnos a nosotros mismos de forma libre, significa también elegir el significado de los símbolos que queremos que nos representen.