Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Juan José Millas

Se necesita empleado

En el tiempo que tardo yo en dar mi paseo matinal alrededor del barrio (hora y media), la Estación Espacial Internacional da una vuelta a la Tierra con tres o cuatro individuos dentro. Fíjense, la Tierra como barrio. El de mi infancia tenía cuatro calles y nunca llegué a recorrerlas del todo en su sentido más profundo. No sé muy bien a qué llamo «sentido más profundo», pero lo cierto es que algunas noches, a punto de dormirme, doy una vuelta imaginaria por aquellas calles y se me aparecen portales en los que no entré. Hablo de portales oscuros como agujeros negros detrás de cuyas puertas se escondían brevemente las mujeres para subirse las medias desprendidas del liguero. Hablo también de tejados desde los que veíamos el barrio desde arriba y de alcantarillas por las que nos colábamos para observarlo desde abajo. Estudiamos todas las perspectivas posibles y sin embargo ahora, contemplando el asunto a la luz de la memoria, que tiene la misma calidad que la de una vela, se nos revelan una infinidad de puntos ciegos.

Y mientras un servidor, metido entre las sábanas, recorre obsesivamente su historia, la Nave Espacial Internacional pasa por encima de mi cabeza, tan solo a 400 quilómetros de distancia, menos de la que hay de Asturias a Madrid, que la recorres en un suspiro. Con un telescopio modesto, si sabes la hora a la que sobrevuela tu bloque, puedes verla con toda claridad (aparece siempre por el oeste), incluso con cierto detalle. Casi puedes saludar a los astronautas que a lo mejor, en ese instante, están esperando la llegada de la cápsula con suministros. Esta cápsula lleva a cabo la función que de críos, nosotros mismos, cumplíamos al llevar la tartera a nuestro padre a la obra.

-Y no te entretengas por el camino -decía mamá.

Han cambiado las distancias, la tartera, la velocidad, pero en el fondo seguimos haciendo las mismas cosas de entonces: dar vueltas al barrio o dar vueltas a la Tierra. Muchos jóvenes, ahora mismo, dan también vueltas por Europa como si Europa fuera una plaza. Como nosotros mismos, de pequeños, van buscando en los comercios de esa plaza un cartel que ponga: «Se necesita empleado». Suerte.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats